TEMARIO DE LITERATURA ESPAÑOLA-2º BACHILLERATO-CURSO 2008/2009


 


 

Literatura española


 

Segundo de Bachillerato


 


 


 


 

TEMARIO


 


 

BLOQUE I: LA LITERATURA EN LOS SIGLOS XVIII Y XIX

Tema 1. La literatura en el siglo XVIII.

Tema 2. La literatura en el Romanticismo.

Tema 3. La literatura en el Realismo.


 

BLOQUE II: LA LITERATURA EN EL SIGLO XX: LA POESÍA

    Tema 4. La poesía lírica como género.

    Tema 5. La poesía lírica del siglo XX (hasta 1939).

    Tema 6. La poesía de Antonio Machado.

    Tema 7. La poesía de Juan Ramón Jiménez.

    Tema 8. Características de la llamada Generación del 27.

    Tema 9. La poesía de Federico García Lorca.

    Tema 10. La poesía de Vicente Aleixandre.

    Tema 11. La poesía de Luis Cernuda.

    Tema 12. La poesía de Rafael Alberti.

    Tema 13. Tendencias de la lírica a partir de 1939.


 

BLOQUE III: LA LITERATURA EN EL SIGLO XX: LA NOVELA

    Tema 14. La novela como género.

    Tema 15. La narrativa española del siglo XX (hasta 1939).

    Tema 16. Características de la generación del 98.

    Tema 17. La narrativa de Pío Baroja: El árbol de la ciencia.

    Tema 18. Tendencias de la narrativa a partir de 1939.

    Tema 19. La narrativa de Camilo José Cela: La familia de Pascual Duarte.

    Tema 20. La narrativa de Eduardo Mendoza: La verdad sobre el caso Savolta.

    Tema 21. La novela y el cuento hispanoamericanos del siglo XX.


 

BLOQUE IV: LA LITERATURA EN EL SIGLO XX: TEATRO, ENSAYO Y PERIODISMO.

Tema 22. El teatro como género: comedia y drama.

Tema 23. El teatro español del siglo XX (hasta 1939).

Tema 24. El teatro de Ramón Mª del Valle-Inclán.

Tema 25. El teatro de Federico García Lorca: La casa de Bernarda Alba.

Tema 26. El teatro español a partir de 1939.

Tema 27. El ensayo como género.

Tema 28. El ensayo español en el siglo XX.

Tema 29. Los principales subgéneros periodísticos.

Tema 30. El lenguaje periodístico.


 


 


 


 

L SIGLO XVIII 


 

    El marco histórico-cultural.

    El siglo XVIII es una época de grandes cambios históricos. La razón se convierte en el valor supremo, la luz que guía a los seres humanos en la búsqueda del saber; de ahí, que se conozca esta época como Ilustración o Siglo de las Luces.

    La Ilustración es un movimiento ideológico que se caracteriza por la confianza en la razón como fuente de conocimiento y en la educación como única vía posible para lograr el bienestar individual y social. Para los ilustrados, la raíz de todos los males sociales e individuales está en la ignorancia. Por ello se concede gran importancia a la educación. La misma literatura tendrá como función la de educar a los lectores, de ahí el desarrollo de los géneros ensayísticos. En materia religiosa, la Ilustración propugna la tolerancia, por oposición a la intolerancia y al fanatismo de la época precedente.

    Las ideas de la Ilustración serán apoyadas por los intelectuales y también por los gobernantes. Los Borbones, que suceden a los Austrias, propiciarán el llamado despotismo ilustrado ("Todo para el pueblo, pero sin el pueblo"), forma de gobierno en la que los reyes, aconsejados por una minoría culta, se proponen como objetivo el progreso material y cultural del país. Fruto de este interés oficial por la cultura es la creación de la Real Academia Española en 1713.


 

    La literatura en el siglo XVIII.

    Se suceden tendencias artísticas y literarias diversas.

    El Barroco, ya decadente, se perpetúa durante la primera mitad de siglo, en sus variantes conceptista (densidad expresiva) y culterana (belleza formal, estilo suntuoso).

    Con el Rococó (mediados de siglo) se adelgazan las formas barrocas, y se da entrada a lo frívolo, lo galante, lo sensual...

    El Neoclasicismo aplica los principios de la Ilustración y supone un regreso a lo clásico. Busca la sencillez y armonía de formas (el buen gusto), y enseñar deleitando, fundiendo lo útil y lo agradable. Para los neoclásicos, la obra literaria debe ser verosímil y moral. También se debe evitar que se mezcle lo trágico y lo cómico, el verso y la prosa, el tono elevado y el familiar.

    El Neoclasicismo convive en la segunda mitad de siglo con la tendencia prerromántica. El Prerromanticismo preludia el Romanticismo al anteponer el sentimiento a la razón.


 

    La poesía en el XVIII.

    Debido al espíritu pragmático del siglo, la poesía fue un género bastante desatendido.

    El gran poeta del siglo fue Juan Meléndez Valdés. Su primera poesía es típicamente rococó: ambiente bucólico, escenografía de jardines, motivos del amor y la belleza femenina, tono menor, sensual, ingenuo y festivo, versos cortos, estrofas breves, gusto por lo pequeño...

    Más tarde abordará una poesía ya propiamente ilustrada, centrada en temas ideológicos: la defensa de los desvalidos, la mejora de la agricultura, la protección de las ciencias... Los poemas serán más extensos, con planteamientos discursivos y racionales, sin afectación retórica.

    El género poético más característico del XVIII no lo cultivó Meléndez, sino Tomás de Iriarte y Félix María Samaniego. Nos referimos a la fábula. La fábula es una composición breve, generalmente en verso, en la que del comportamiento de animales o seres inanimados se extrae una enseñanza o moraleja.


 

    La prosa en el siglo XVIII.

    En el siglo XVIII se impone con fuerza el género ensayístico. El ensayo es un escrito breve que trata los más variados temas (ciencia, filosofía, arte, costumbres...) con un enfoque personal y cuidado estilo. Los ilustrados lo utilizan para exponer las nuevas ideas. Fray Benito de Feijoo, en su Teatro crítico universal y en sus Cartas eruditas y curiosas, divulga, con un estilo claro y natural, los adelantos científicos y culturales de la época, y ataca las supersticiones y prejuicios arraigados en el pueblo. Gaspar Melchor de Jovellanos propone la reforma de diversos aspectos económicos y sociales de la época en obras como el Informe sobre la ley agraria y Memoria sobre los espectáculos.

    Entre el ensayo y la novela se encuentran las Cartas marruecas de José Cadalso. El joven marroquí Gazel viaja a España como miembro de una embajada de su país y transmite por carta sus impresiones a su anciano maestro Ben-Beley, que permanece en Marruecos. También participa en la correspondencia Nuño, un español amigo de Gazel, que le ayuda a interpretar la realidad española. Nuño representa en la obra al propio Cadalso. El autor se propone hacer "la crítica de la nación". Analiza la historia de España, las virtudes y defectos de los españoles, las cuestiones éticas de carácter general, y todo ello con gran agilidad estilística. Cadalso es también el autor de las Noches lúgubres, novela prerromántica en la que Tediato, un enamorado, intenta desenterrar el cadáver de su amada.

    

    El teatro en el siglo XVIII.

    El teatro más estudiado de este período es el neoclásico, representado fundamen- talmente por Leandro Fernández de Moratín. Las características de este teatro, que se opone al barroco, son: la separación de lo trágico y lo cómico, el respeto por las tres unidades (tiempo, espacio, acción), el uso de la prosa, el argumento verosímil y moralizador... El sí de las niñas, la más conocida de las obras de Moratín, es una comedia en prosa, en tres actos (planteamiento, nudo, desenlace). La acción dura desde las siete en punto de una tarde hasta las cinco de la madrugada del día siguiente, y transcurre en una posada. Los personajes son estereotipos: el viejo enamorado de una niña, el caballero ilustrado prudente y generoso, la madre dominadora y egoísta, los jóvenes educados en la hipocresía y la obediencia... Los criados, como en el teatro barroco, aparecen como confidentes y amigos de sus amos. El argumento es el que sigue:


 

Doña Paquita, a los 16 años, va a casarse con don Diego, de 59. El matrimonio ha sido concertado por su madre doña Irene, viuda cuatro veces y aún joven, sin contar con Paquita, que está enamorada de don Carlos, sobrino de don Diego. Ambos jóvenes no se atreven a desobedecer a los mayores. Casualmente, don Diego descubre la verdad y renuncia al matrimonio, permitiendo que los jóvenes se casen.


 

    La obra tuvo un gran éxito porque reflejaba temas de actualidad de la época: el derecho a la libertad de elegir pareja, el casamiento desigual, la pésima educación femenina, la función de la mujer en la sociedad...

    Otras obras de Moratín fueron El viejo y la niña, sobre el mismo tema, y La comedia nueva o El café, en la que se critica el teatro posbarroco y se propone su reforma.

    En una línea distinta se encuentra la obra de Jovellanos El delincuente honrado, drama melodramático y prerromántico, representante de la comedia lacrimosa europea. Jovellanos, en contra de una ley reciente que, en los desafíos, consideraba igualmente culpables al ofensor y al ofendido, mantiene que éste no tiene culpa alguna, y que no es sino un "delincuente honrado".


 


 

TEMA 2 : LA LITERATURA EN EL ROMANTICISMO 


 


 

El Romanticismo. Marco histórico-cultural.

    El Romanticismo es un movimiento originado en Inglaterra y Alemania a finales del siglo XVIII, que se extiende por el resto de Europa en las primeras décadas del XIX. Implica el fin del orden clásico con su dominio de la monarquía absoluta, la razón y la regla, instaurando en cambio la democracia, la libertad, la voluntad individual. Frente al objetivismo racionalista, surge una escala de valores basada en un subjetivismo integrador: predominio del yo y del idealismo frente a la realidad exterior; supremacía de lo popular frente a las aristocracias; culto del nacionalismo frente a las pretensiones universalistas; reivindicación del cristianismo y de la historia europea frente al prestigio greco-romano; imitación de modelos nuevos como Shakespeare, Dante, Calderón frente a los clásicos antiguos; proclamación de una libertad ilimitada frente a reglas sociales, académicas, del gusto... La libertad en arte y en política, será la gran consigna romántica.


 

La literatura romántica. Características.

    1. Subjetivismo. En las obras se expresa el alma exaltada del autor, cuyas ansias infinitas -de amor, justicia social, añoranza del tiempo ido, deseos de felicidad- chocan con los límites que les impone la realidad.

    2. Fuga del mundo circundante. El choque entre lo que el romántico desea y lo que el mundo le permite, produce un insufrible desaliento que conduce a la evasión de la realidad, mediante el refugio de la imaginación en el pasado medieval.

    3. Nacionalismo. Se exalta lo peculiar de cada país, de cada territorio. Desarrollo del costumbrismo, gusto por los temas legendarios e históricos.

    4. Incorporación del paisaje al ánimo del escritor. Según sea éste, la Naturaleza se muestra melancólica, triste, turbulenta. Predilección por la noche, el otoño, la tormenta...

    5. Personajes dramáticos. El héroe es apasionado, orgulloso, enamorado; está perseguido por la fatalidad. La mujer puede ser un "ángel de amor", el ideal femenino, o una "mujer fatal", perversa y criminal. El antihéroe suele ser un tirano o el padre despótico de la dama, una autoridad inflexible y ciega.

    5. Oposición a toda norma. Se mezclan los géneros, se combinan verso y prosa, varían los metros dentro de un mismo poema, se une lo cómico y lo dramático.

    6. Renovación de la lengua literaria. Se rechaza la distinción entre palabras nobles y plebeyas. Énfasis retórico: signos de interrogación, exclamación, puntos suspensivos, exceso verbal. Ironía y distanciamiento.


 

La poesía romántica.

    La poesía reproduce las actitudes generales de la época -subjetivismo, pesimismo, melancolía, rebelión y lucha por la libertad, supremacía del sentimiento-, aunque hay predilección por lo sobrenatural y lo lúgubre. Hay una amplia corriente de poesía narrativa, que trata asuntos históricos o legendarios, muchas veces exóticos: los Romances del Duque de Rivas; las Leyendas de José de Zorrilla.

    Nuestro gran poeta romántico es José de Espronceda. Es un gran lírico al que perjudican hoy los excesos formales y temáticos del Romanticismo: rápida mutación de metros, sonoridades retumbantes, adjetivos lúgubres, efectistas rimas agudas, etc. Entre su producción destacan las canciones que dedica a tipos marginales de la sociedad -el pirata, el cosaco, el verdugo, el mendigo, el reo de muerte-, en las cuales se exalta la libertad del individuo que vive al margen de las convenciones sociales. También escribió dos poemas largos: El estudiante de Salamanca (narra la historia de don Félix de Montemar, un don Juan admirado y temido, en un ambiente tenebroso y nocturno situado en la ciudad de Salamanca) y El diablo mundo (poema incompleto que pretende ser una epopeya de la vida humana con una concepción pesimista de la existencia).


 

La prosa romántica.

    Tres géneros importantes se acreditaron en la prosa romántica: el cuadro de costumbres (descripción de ambientes y tipos populares; cultivado por Mesonero Romanos, Estébanez Calderón y Larra), la novela histórica (El señor de Bembibre de Enrique Gil y Carrasco) y el artículo periodístico.

    Mariano José de Larra ocupa un lugar eminente en nuestra literatura por sus artículos periodísticos. En los de costumbres critica el atraso y la ignorancia de la sociedad española, la lentitud de la burocracia (Vuelva usted mañana), los malos modales (El castellano viejo). En los políticos ataca con dureza el absolutismo y el carlismo; pero también a los liberales cuando incumplen sus promesas. En sus artículos de crítica literaria defiende la libertad, al mismo tiempo que desea una literatura que resulte útil al progreso humano. El estilo de Larra es claro, directo, irónico, al mismo tiempo que mordaz y sarcástico, pues deforma y ridiculiza cuanto le rodea.


 

El teatro romántico.

    Presenta los siguientes caracteres: temas legendarios, caballerescos, aventureros o de historia nacional, siempre dramáticos; rechazo a la regla de las tres unidades; mezcla de lo trágico y lo cómico; división del drama en cinco actos; uso del verso y de la prosa; polimetría; aspira a conmover, no a adoctrinar; el protagonista está marcado por la fatalidad; abundan las escenas nocturnas y sepulcrales, los desafíos y suicidios.

    Los mayores éxitos teatrales del Romanticismo fueron Don Álvaro o la fuerza del sino de Ángel de Saavedra, duque de Rivas, El trovador de Antonio García Gutiérrez, Los amantes de Teruel de Juan Eugenio Hartzenbusch y Don Juan Tenorio de José Zorrilla.

    Don Juan Tenorio reelabora el mito de don Juan, el burlador de mujeres. La obra describe el proceso espiritual de un hombre, desde una vida perdida hasta una casi imprevista salvación lograda por el amor de una mujer. Supone, al mismo tiempo, la culminación del drama romántico (su héroe ama a muchas mujeres, mata por gusto, no acepta restricciones sociales) y el apartamiento radical de éste (introduce el concepto sentimental y burgúes del mundo -en la escena del sofá, por ejemplo-, y la salvación sustituye al final trágico). Entre los valores del drama detacamos su dinamismo y su verso fluido y sugestivo.


 

La literatura posromántica.

    En la segunda mitad del siglo XIX, cuando la estética realista ha sustituido a la romántica, surgen en España dos poetas que, despojándose de los excesos del romanticismo exaltado y gesticulante de Espronceda, apuestan por un romanticismo interior, que exprese, de forma sencilla, con voz íntima y personal, los propios pensamientos. Son Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro.

    De Bécquer conservamos las Leyendas, un conjunto de relatos en prosa sobre tradiciones populares, que nos introducen en el mundo de la pasión amorosa y lo sobrenatural; y las Rimas, poesías breves, de tono popular y gran musicalidad, que suponen una honda mirada hacia el mundo interior del poeta. Los temas de las rimas son la poesía, la creación literaria, la inspiración (rimas I a VIII), el goce del amor (IX a XXIX), el desengaño amoroso (XXX a LI), el dolor, la angustia, la fugacidad de la vida y la muerte (LII a LXXVI). Predomina la rima romance y la variedad métrica.

    Rosalía posee una mayor riqueza temática que Bécquer y es más sensible a la naturaleza. Publicó Cantares gallegos y Follas novas, en gallego, y En las orillas del Sar, en castellano. Su obra supuso el renacimiento de la poesía gallega.


 


 


 

TEMA 3 : LA LITERATURA EN EL REALISMO


 


 

Marco histórico-cultural.

    El término Realismo designa a una corriente pictórica y literaria, cuyo ideario se centraba en la concepción del arte como representación exacta de la realidad a través de una observación minuciosa, desapasionada, impersonal y objetiva de la misma. La época realista se caracteriza, en lo social, por la consolidación del poder de la burguesía y los inicios de la organización de la clase obrera; en lo político, por la aparición de gobiernos de inspiración conservadora; y en lo económico, por el colonialismo imperialista de las grandes potencias europeas. En reacción contra el idealismo romántico, se desarrolla el positivismo, sistema filosófico que rechaza la especulación pura y la metafísica y propone la investigación de los hechos observables y medibles. Las ciencias adquieren gran desarrollo: el experimentalismo, el evolucionismo, las teorías sobre la herencia...


 

La literatura en el Realismo. Características principales.

    1. La categoría esencial que condiciona el desarrollo del relato, la configuración de personajes, la estructura, técnicas narrativas y peculiares del lenguaje, es, sin duda, la verosimilitud. La novela (género más cultivado) es considerada como "imagen de la vida" (Galdós), "copia artística de la realidad" (Clarín).

    2. Requisito, para lograr esta verosimilitud es la mímesis de esa realidad, imitación o "copia", fruto de una observación obtenida del "estudio directo y al natural".

    3. El novelista precisa de una capacidad de descripción de los "caracteres humanos, las pasiones, las debilidades, lo grande y lo pequeño, las almas y las fisonomías, todo lo espiritual y lo físico que nos rodea, y el lenguaje, que es la marca de la raza y las viviendas, que son el signo de la familia, y la vestidura, que diseña los últimos trazos de la personalidad" (Galdós).

    4. La observación y descripción mimética de los caracteres implica un conocimiento profundo de los móviles de conducta de los personajes y de su mundo interior. Ello explica la presencia de un narrador omnisciente ("un sujeto perfectamente enterado de todo", según Valera).

    5. El autor se compromete y toma posición frente a las situaciones y problemas ideológicos planteados.

    6. Se produce una mutua imbricación de historia y ficción: personajes ficticios conviven con personajes reales; los sucesos narrados son coetáneos a los de la historia real del lector.

    7. En cuanto al estilo, se observa una progresiva eliminación de la retórica grandilocuente de los románticos. Se prefiere una prosa sobria, cuidada. También se pretende adaptar el lenguaje a la índole de los personajes.


 

La literatura realista. Producción.

    En poesía, junto a los posrománticos (ya estudiados), tenemos tres tendencias: el prosaísmo de Ramón de Campoamor en sus Doloras, caracterizadas por la ironía suave, el sentido del humor y un tono de melancolía, a veces amarga; la poesía cívica, retórica y pretendidamente filosófica de Nuñez de Arce (Gritos del combate); y el naturalismo rural de José María de Pereda (Poesías castellanas, Extremeñas, Religiosas).

    En teatro, triunfa, con El Gran Galeoto, obra de un romanticismo grandilocuente y trasnochado, nuestro primer premio Nobel, José de Echegaray. Pretensiones sociales tiene la obra de Joaquín Dicenta titulada Juan José, aunque se queda en melodrama. La alta comedia está representada por La bola de nieve de Tamayo y Baus. Más renovador, al menos en cuanto a los contenidos, resulta el teatro de Benito Pérez Galdós, del que destacamos Electra.

    La novela es el género preferido por los escritores realistas. Su evolución en la segunda mitad de siglo es compleja. Resumámosla:

    1. Prerrealismo (1850 - 1870). Las novelas de Fernán Caballero (La Gaviota) y Pedro Antonio de Alarcón (El escándalo, El sombrero de tres picos) son el eslabón entre el costumbrismo romántico y la narrativa típicamente realista.

    2. Realismo de tesis (1870 - 1880). Las primeras novelas realistas son novelas de tesis, comprometidas desde posturas ideológicas conservadoras (José Mª Pereda: Peñas arriba), o progresistas (Galdós: Doña Perfecta) con la sociedad de su tiempo. Prestan atención a los conflictos religiosos y políticos del momento. Son novelas algo abstractas (los personajes son símbolos, prototipos), que ofrecen una visión maniquea del mundo.

    3. Realismo naturalista (1880 - 1890). Con La desheredada de Galdós desaparecen las tesis y aparecen individuos problemáticos y complejos. La influencia del francés Zola, padre del naturalismo, será evidente en la denuncia de las miserias materiales y morales, la pintura de ambientes turbios o de situaciones escabrosas, la atracción por los personajes anormales, la conciencia de los condicionamientos sociales... La gran obra del momento es La Regenta de Leopoldo Alas, "Clarín". Su argumento es el que sigue:


 

Ana Ozores está casada con el Regente de la Audiencia, don Víctor Quintanar, hombre bonachón, mucho mayor que ella. El temperamento insatisfecho y soñador de "la Regenta" la hace oscilar entre una religiosidad sentimental (que aprovecha su confesor, el turbio don Fermín de Pas, un sacerdote ambicioso y sin vocación) y una sensualidad romántica (que la hará caer en los brazos del cínico seductor Álvaro Mesía, un donjuán provinciano, brillante y sin escrúpulos). El desenlace es desolador: el marido morirá en un duelo con Álvaro; Ana se verá abandonada por todos -hasta por su confesor- y condenada por una sociedad implacable.


 

    Los valores de esta novela, la mejor -quizás- de nuestra literatura tras el Quijote son muchos. En penetración psicológica no hay novela del XIX que la iguale: es impresionante la disección de los personajes, sobre todo Ana y don Fermín. El panorama social es el de Oviedo (Vetusta en la novela), pero resume el de toda la España de la época: una aristocracia corrompida, un clero materializado, una burguesía vulgar... Pocas veces se nos ha mostrado con tanta claridad la presión de las circunstancias sociales. Junto a lo dicho, está la perfección constructiva: en los capítulos 1-15, sólo transcurren tres días, y, a ritmo lento, penetramos en el ambiente y en las almas, con precisos saltos al pasado; los capítulos 16-30 desarrollan, con un ritmo más vivo los conflictos planteados. El estilo, en fin, es de una modernidad asombrosa; pasa de una objetividad casi notarial a la ironía, a la viva reproducción de los diálogos más variados, etc.

    Otros representantes del naturalismo son Emilia Pardo Bazán (Los pazos de Ulloa) y Vicente Blasco Ibáñez (La barraca, Cañas y barro).

    Entre 1886 y 1887 publica Galdós su obra magna: Fortunata y Jacinta. En ella, sin llegar a abandonarse el estudio de la sociedad tratada colectivamente y en su materialidad (lo propio de la novela naturalista), se produce un giro hacia la interiorización de los dramas de los personajes. Este último aspecto caracterizará la novela de la década siguiente.

    4. Realismo espiritualista (1890 - 1910). La narrativa se centra ahora en la exploración de un nuevo concepto de la realidad que tiene su asiento, primordialmente, en el interior de la conciencia. Se priman los valores del yo sobre los de la realidad, y se produce una nueva valoración del mundo moral y religioso. Destaquemos Misericordia y Nazarín de Galdós, y Su único hijo de Clarín.

    Totalmente al margen de estas cuatro tendencias se encuentra la obra de Juan Valera, cultivador de cierta novela rosa, de gran exigencia estética: Pepita Jiménez (1874), Juanita la Larga (1895).


 


 


 

4 : LA POESÍA LÍRICA COMO GÉNERO


 

    La palabra lírica designa al género literario que toma su nombre de la voz griega lira, aludiendo a las composiciones poéticas que se cantaban en la antigua Grecia acompañadas de este instrumento musical. Se trata, por tanto, de una denominación que señala el origen musical de la poesía.

Posteriormente, la palabra lírica ha venido designando ciertas formas literarias, tanto en verso como en prosa (aunque su medio de expresión habitual es el verso), que comuniquen sentimientos, vivencias, estados de ánimo..., es decir, que sean ante todo expresión de la subjetividad del autor.

La lírica es el género más subjetivo y personal de todos. Y este valor de lo lírico como interiorización marca sus diferencias con la épica, o género de la narración, y la dramática, que es sobre todo representación.

La lírica se caracteriza también por su brevedad y por su riqueza de formas.


 

Modalidades de la lírica.

    La tradición literaria ha establecido a lo largo de la historia modalidades de expresión que se consideran propias de la poesía lírica. Estas modalidades suelen ajustarse a motivos temáticos o a esquemas formales más o menos precisos. Sin embargo, no siempre estas modalidades se dan en su forma más pura, sino que abunda poemas de carácter mixto y, por consiguiente, de difícil encuadre en un grupo.

  • La canción. Composición lírica destinada originariamente al canto. Puede hablarse de una canción popular y otra culta. La primera es casi siempre anónima, cantada por el pueblo, y no suele ajustarse a una métrica precisa, dándose las más variadas combinaciones.

En su vertiente culta la canción fue muy cultivada en la poesía provenzal para expresar el sentimiento amoroso.

  • La égloga. Es una composición de tema pastoril. Se trata de una ficción poética en la que el autor expresa sus sentimientos amorosos con el recurso del diálogo entre pastores. Tuvo extraordinario éxito en el siglo XVI (Garcilaso y otros).
  • La elegía. En su origen era una composición escrita con motivo de la muerte de alguna persona. Después pasó a significar lamentación por las causas más diversas (derrotas, desengaños amorosos, paso del tiempo...). En la literatura española el género elegíaco tiene mucha tradición, remontándose a los plantos medievales. En el siglo XX destacan el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, de Federico García Lorca, y la Elegía a Ramón Sijé, de Miguel Hernández.
  • La oda. Es un poema de exaltación o de elogio, dedicado por lo común a grandes personajes e instituciones. Admite los motivos más diversos, pero exige un tono y un lenguaje elevados. A veces se designa con el nombre de himno.

No tiene una métrica fija, pero abunda en ella el verso largo y solemne. En el siglo XX destaca la Oda a Walt Withman, de Lorca.

  • La sátira. Variante lírica escrita con un propósito crítico que a veces no pasa de la mera intención humorística o de ridiculizar, y otras va más allá, llegando incluso al ataque personal y a la crítica cruel y sarcástica. En ocasiones, pierde ese tono burlesco o irónico, y adquiere un carácter grave y moralista.

Junto a estas modalidades, hay otras menores: el epigrama, composición breve que expresa agudamente un pensamiento festivo, laudatorio, satírico, etc.; el epitafio, poema de carácter funerario; el epitalamio o canto de boda; el madrigal, poema breve de asunto amoroso, tratado con delicadeza y gracia; la letrilla, poema satírico-burlesco, vinculado formalmente a la poesía popular, etc...


 


 

5 : LA POESÍA LÍRICA DEL SIGLO XX (HASTA 1939)


 

    Las primeras décadas del siglo XX constituyen la Edad de Plata de la poesía española. Distinguimos dos grandes etapas: el Modernismo y las Vanguardias.


 

El Modernismo.

    El Modernismo es un movimiento de renovación artística y literaria que se extendió desde finales del siglo XIX hasta mediados de la segunda década del siglo XX.

    El Modernismo recibe variadas influencias: del Romanticismo, ciertos estados de ánimo (la tristeza, la melancolía) y los ambientes nocturnos y crepusculares; del Parnasianismo francés, el ansia de perfección formal, los motivos mitológicos y los ambientes refinados y exóticos; y de Baudelaire y los simbolistas franceses (Verlaine, Rimbaud...), el uso de símbolos (imágenes o realidades que sugieren el significado profundo de las cosas), el lenguaje musical y las sinestesias.

    El Modernismo se caracteriza por su actitud de rebeldía ante las formas de vida vigentes, el rechazo de la estética realista y la voluntad de renovación cultural.

    Los temas de la poesía modernista son, en su vertiente más externa, la evasión hacia un mundo exótico, elegante y aristocrático (el mundo oriental, el París versallesco..) o el pasado legendario; así como la mitología, el erotismo... Y en su vertiente más intimista, la tristeza, la melancolía; el paisaje otoñal, crepuscular; y el recuerdo, la ensoñación, lo irracional...

    El lenguaje modernista se caracteriza por un léxico rico, seleccionado atendiendo a sus efectos sonoros, a su capacidad de evocar todo tipo de sensaciones... Las metáforas y los vocablos cultos, arcaicos, exóticos, destacan por su belleza.

    La métrica modernista destaca por su riqueza de ritmos. Abundan los versos alejandrinos, dodecasílabos y eneasílabos, junto a los versos tradicionales.

    Los principales poetas modernistas son:

  • Rubén Darío. Este poeta nicaragüense es el introductor del modernismo en España. En Prosas profanas creó un mundo de fantasía y belleza, poblado de cisnes, princesas y seres mitológicos. En Cantos de vida y esperanza abrió su poesía a preocupaciones existenciales y sociales, con el mismo rigor estético.
  • Manuel Machado. Es el máximo representante de la corriente decadente del modernismo (Alma, Ars moriendi), así como de la poesía de inspiración folclórico-andaluza (Cante hondo).
  • Antonio Machado. Es el suyo un modernismo intimista, con gran influencia de Bécquer: Soledades, galerías y otros poemas. En Campos de Castilla, desde una postura noventayochista, denuncia los males de la España presente.
  • Juan Ramón Jiménez. Supera los límites del modernismo. Su primera etapa está marcada por la lectura de Bécquer y Darío: Arias tristes, La soledad sonora... Con Diario de un poeta recién casado, su poesía se convierte en un medio de conocimiento de la realidad y el mundo interior. Es una poesía intelectual y vitalista, que influirá en las promociones posteriores.


 

Las Vanguardias y la generación del 27.

    Hacia 1914 empezaron a surgir en Europa diversos movimientos cuyo objetivo era renovar radicalmente la literatura y otras artes mediante la experimentación de nuevos temas y formas de expresión: las vanguardias o ismos. Los principales fueron:

  • El futurismo. Se caracteriza por el rechazo al sentimentalismo, y la exaltación del progreso, las máquinas, la velocidad, la violencia. Propone la eliminación en la escritura de adjetivos, adverbios y signos de puntuación.
  • El cubismo. Se propone descomponer la realidad para proceder a composiciones libres de concepto, imágenes o frases. En los caligramas la especial disposición tipográfica de los versos forma "imágenes visuales".
  • El dadaísmo. Pretende reflejar lo absurdo de la vida, mediante la destrucción de todas las formas estéticas tradicionales.

En España estos tres movimientos no crearon escuela. Sin embargo, los ultraístas, entre los que figura Guillermo de Torre (Hélices), adoptaron algunos de sus temas y técnicas.

  • El creacionismo. Fundado por el chileno Vicente Huidobro, defendía un arte nuevo, en el que el poeta debía crear la realidad, no copiarla. En España, lo cultivaron Juan Larrea y Gerardo Diego.
  • El surrealismo. Su objetivo era lograr que el escritor se liberara de las ataduras que le impiden expresarse libremente. Por ello defiende la escritura automática: escribir, sin censura de la razón, todo lo que se venga a la cabeza, sin puntuación ni sintaxis. Es una protesta total contra la sociedad y contra las bases en que esta se hallaba sustentada. El verso que utilizan los surrealista es el versículo, libre y sin rima; también gustan de las imágenes oníricas. Es una poesía dirigida al subconsciente del lector (no a su interpretación racional). Los mejores libros del surrealismo español lo escriben algunos poetas del 27.


 

Se conoce con el nombre de generación del 27 a un grupo de poetas que comienzan a publicar en España en torno a 1920 y que armonizan con perfección en sus poemas las innovaciones de la vanguardia y lo mejor de la tradición literaria española.

    Sus nombres son Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Federico García Lorca y Rafael Alberti, entre otros.

    Estos poetas tienden a una original síntesis entre ciertos polos –en principio opuestos– entre los que había oscilado la poesía anterior: entre lo intelectual ylo sentimental, inspiración y trabajo, pureza estética y autenticidad humana, hermetismo y claridad, tradición y renovación, lecturas españolas y europeas...

    Algunas tendencias cultivadas por estos poetas son: la poesía pura (Cántico, de Guillén), la lírica neopopular (Marinero en tierra, de Alberti; Poema del Cante Jondo, de Lorca); el surrealismo (Poeta en Nueva York, de Lorca; Pasión de la tierra, de Aleixandre); la poesía neorromántica (Donde habite el olvido, de Cernuda), la poesía civil (El poeta en la calle, de Alberti)...

    Compañero y amigo de los escritores del 27 fue Miguel Hernández. Escribió un bello libro de sonetos amorosos (El rayo que no cesa) y poemas de temática social (Viento del pueblo, El hombre acecha).


 


 


 

6 : LA POESÍA DE ANTONIO MACHADO


 


 

    Antonio Machado está considerado como uno de los más grandes poetas del siglo XX, tanto por la hondura humana de sus versos, como por su ejemplo de poeta cívico, sensible a los problemas de España.

    En su arranque, Machado tiene una doble raíz: el Romanticismo tardío (Bécquer, Rosalía) y el Simbolismo. Su obra se sitúa, por tanto, dentro del Modernismo intimista: a los versos sensoriales y sonoros, prefirió una poesía que expresara "una honda palpitación del espíritu".

    También definirá su poesía como "palabra esencial en el tiempo". Se propone expresar lo esencial, las realidades profundas (del hombre, del mundo) sin desligarlas del tiempo (sea del fluir de la propia vida, sea de las vicisitudes del momento histórico).

    Su lenguaje poético se caracteriza por su hondura, su sobriedad, su humanidad.


 

Soledades.

    Se publica en 1903, y se amplía en 1907 con el título de Soledades, galerías y otros poemas.

    A Machado le interesa apresar "los universales del sentimiento", sentimientos universales que giran en torno al tiempo, a la muerte, a Dios; en suma, al problema de la condición humana. La soledad, la melancolía o la angustia traspasan sus versos.

    Estamos ante una poesía simbolista: así, temas como la tarde, el agua, la noria, las galerías, etc., serán símbolos de realidades profundas, de estados de ánimo o de obsesiones íntimas. El agua, por ejemplo, es símbolo de vida cuando brota, símbolo de la fugacidad cuando corre, símbolo de la muerte cuando está quieta o cuando es el mar.

    En cuanto a la forma, predominan los versos dodecasílabos y alejandrinos, y él léxico modernista.


 

Campos de Castilla.

    En este libro, de 1912, aparecen, junto a temas ya conocidos, el paisaje y las gentes de Soria, junto a meditaciones sobre la realidad española.

    Machado proyecta sus propios sentimientos sobre el paisaje, y selecciona lo adusto, lo que sugiere soledad o fugacidad (sus obsesiones).

    En ciertos poemas hay una actitud crítica, que lo vincula a la generación del 98. En ellos da testimonio del atraso de Castilla o denuncia los males de la España presente.

    Entre los poemas añadidos en ediciones posteriores del libro destacan:

  • Los que realizan una crítica social desde una visión histórica y política claramente progresista: Del pasado efímero, Una España joven...
  • El largo romance La tierra de Alvargonzález, que
    trata el tema del cainismo.
  • Proverbios y cantares, un conjunto de composiciones breves, sentenciosas.
  • Los poemas inspirados en la enfermedad y muerte de Leonor, su joven esposa, y las evocaciones de Soria, escritas durante su estancia en Baeza


 

Producción posterior.

    En Nuevas canciones hay apuntes de paisaje, poemas de circunstancias, pero lo más característico son sus nuevos Proverbios y cantares, un centenar de poemas brevísimos que encierran un pensamiento, una paradoja... Las preocupaciones filosóficas de Machado han pasado a primer plano.

    Su poesía posterior es escasa. Destaquemos unas Canciones a Guiomar (un amor tardío) y una cuantas Poesías de guerra, entre las que destaca "El crimen fue en Granada", una emocionante elegía a García Lorca.


 


 


 

7 : LA POESÍA DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ


 


 

    Juan Ramón Jiménez nació en Moguer (Huelva) y fue Premio Nobel en 1956. Es el mayor renovador de la lírica española del siglo XX, y un poeta clave en la transición del Modernismo a la poesía nueva, entregado por entero a la creación poética.

    Para Juan Ramón, poesía es belleza, expresión de un goce exaltado de lo bello, entreverado de melancolía y aun de dolor. También es un modo de conocimiento, de penetración en la esencia de las cosas. Y, finalmente, es expresión de un
ansia de eternidad, concebida como posesión inacabable de la Belleza y de la Verdad. De ahí su preocupación angustiosa por la fugacidad de las cosas; y su especial idea de Dios, a quien identifica con la Naturaleza, la Belleza absoluta o la propia conciencia creadora.

    También caracteriza a la poesía de Juan Ramón su hermetismo (es famosa su dedicatoria "a la inmensa minoría") y su constante búsqueda de nuevas formas.


 

Etapa sensitiva (1900-1915).

    La influencia del simbolismo y de Bécquer (posromanticismo) se manifiesta en Rimas, Arias tristes, Jardines lejanos... Es una poesía sencilla de formas, contenida, trasparente de emoción. Trata de la soledad, la melancolía, el paso del tiempo, la muerte... Predomina el octosílabo, la rima asonante y la tenue musicalidad.

Luego, Juan Ramón vuelve a experimentar con las formas métricas y estilísticas del Modernismo, pero evitando los excesos y orientando siempre su producción hacia la contemplación y la confesión sentimental: Elegías, La soledad sonora, Poemas mágicos y dolientes... Destaca el colorido, las imágenes sensoriales, la adjetivación brillante y el uso de ritmos amplios.

En Melancolía y Laberinto, escritos en versos alejandrinos, se acentúa la línea metafísica, que será un elemento clave en su producción posterior.


 

Etapa intelectual (1916-1936).

    En 1916, durante su viaje en barco a Nueva York tras casarse con Zenobia Campubrí, escribe Juan Ramón Diario de un poeta recién casado. En este libro, influido por la poesía pura del francés Paul Valéry, Juan Ramón abandona los "ropajes modernistas" (desaparece el léxico brillante, la adjetivación sensorial y los ritmos sonoros), y va a lo esencial, eliminando lo anecdótico para dar paso a la concentración conceptual y emotiva. Predominan los poemas breves, densos, en versos escuetos y preferentemente libres, sin rimas o con leves asonancias. El mar, siempre cambiante, se convierte en el reflejo del poeta: el niño que se aleja del mundo familiar e inicia su andadura de adulto, simbolizada en el amor y en el matrimonio. Este viaje a la madurez afectiva también será un viaje hacia la modernidad y hacia la madurez estética.

    En los libros posteriores (Eternidades, Piedra y Cielo, Poesía, Belleza...) continúa el proceso de interiorización: Juan Ramón busca que la palabra penetre en la realidad profunda o escondida de las cosas, en las "esencias", en los enigmas de su alma o del mundo.     La estación total
es el libro que cierra esta etapa.


 

Etapa suficiente o verdadera (1936-1958).

En su última producción, Juan Ramón busca en la conciencia el camino hacia lo absoluto, y celebra el hallazgo de su búsqueda. Se desarrolla en el exilio y está recogida en dos libros fundamentales: En el otro costado, al que pertenece el extenso poema en prosa Espacio, y Dios deseante y deseado. Juan Ramón identifica su conciencia de creador con la Naturaleza y con un Dios que forma parte de ella y que da sentido a su existencia.


 


 


 

8 : CARACTERÍSTICAS DE LA GENERACIÓN DEL 27


 


 

     Se conoce con el nombre de generación del 27 a un grupo de poetas que comienzan a publicar en España en torno a 1920 y que armonizan con perfección en sus poemas las innovaciones de los movimientos de vanguardia y lo mejor de la tradición literaria española.

    Sus nombres son Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Federico García Lorca y Rafael Alberti, entre otros.


 

    Estos poetas tienden a una original síntesis entre ciertos polos –en principio opuestos– entre los que había oscilado la poesía anterior. Helos aquí:

  • Entre lo intelectual y lo sentimental. La emoción tiende a ser refrenada o estructurada por el intelecto.
  • Entre inspiración y trabajo. Hay un equilibrio entre una concepción romántica de la creación poética (el poeta nace) y una clásica (el poeta se hace).
  • Entre la pureza estética y la autenticidad humana. Hay ansias de belleza en todos, junto a una preocupación por el hombre, en aumento con los años.
  • Entre lo minoritario y la "inmensa compañía". Se alternan en sus trayectorias el hermetismo y la claridad. Conviven en la poesía lo culto y lo popular.
  • Entre lo universal y lo español. Tienen hondas raíces españolas, a pesar del interés por las innovaciones venidas de Europa.
  • Entre tradición y renovación. Se sienten atraídos tanto por los movimientos de vanguardia, como por los grandes poetas de nuestra tradición literaria.

Sintieron veneración por nuestros poetas medievales y clásicos: Manrique, Garcilaso, Fray Luis, San Juan de la Cruz, Lope de Vega, Quevedo, y sobre todo Góngora. También gustaron de la poesía popular: el Romancero tradicional, las canciones populares medievales, las imitaciones de Gil Vicente o Lope de Vega... Del XIX prefieren a Bécquer, y de principios del XX, a Juan Ramón (también, a los Machado, Unamuno y Darío).


 

    Podemos distinguir tres etapas en la evolución de estos poetas:

  • Hasta 1927. Entre los tanteos iniciales, se nota la presencia de tonos becquerianos, junto a resabios modernistas.

Pronto se deja sentir el influjo de las primeras vanguardias: Salinas escribe poemas futuristas a la bombilla eléctrica o a la máquina de escribir; Diego ensaya la poética creacionista en Imagen o Manual de espumas; Guillén apuesta por una poesía pura, deshumanizada, en Cántico.

Al mismo tiempo, se inicia una recuperación de la poesía tradicional: la lírica
popular será el principal influjo del Poema del Cante Jondo, de Lorca, y de Marinero en tierra, de Alberti; los poetas de Siglo de Oro son el referente de libros clasicistas como Versos humanos, de Diego, y Égloga, elegía y oda, de Cernuda, o neobarrocos, como Cal y canto, de Alberti.

  • De 1927 a la guerra civil. Se inicia un proceso de rehumanización de la poesía. Ello coincide con la irrupción del Surrealismo, que influye en algunos de los mejores libros del momento: Sobre los Ángeles, de Alberti, Poeta en Nueva York, de Lorca, Pasión de la Tierra, de Aleixandre, y Los placeres prohibidos, de Cernuda. Los poemas se tiñen de notas neorrománticas (se escriben importantes poemas de amor, como los de La voz a ti debida, de Salinas, o Donde habite el olvido, de Cernuda), y de acentos sociales y políticos (Alberti inicia su poesía civil.
  • Después de la guerra. Lorca ha muerto. Salvo Aleixandre, Alonso y Diego, parten a un largo exilio. Con el tiempo, la nota dominante será la nostalgia de la patria perdida (Retornos de lo vivo lejano, de Alberti). En España, la poesía deriva hacia preocupaciones existenciales (Hijos de la ira, de Alonso) y sociales (Historia del corazón, de Aleixandre).


 


 


 

9 : LA POESÍA DE FEDERICO GARCÍA LORCA


 

    Federico García Lorca, el poeta con más fama internacional de la generación del 27, nació en Granada en 1898, y murió en 1936, asesinado al estallar la guerra civil.

Es un autor de grandes contrastes: se unen en su poesía la desazón y la alegría, la técnica y la inspiración, lo culto y lo popular, lo tradicional y lo vanguardista, consiguiendo así una poesía profundamente humana y original.

    Su mundo poético está poblado de seres marginados (la mujer, el gitano, el negro...) y le obsesionan temas como la soledad y el destino trágico, simbolizado en la muerte.

    Domina la métrica clásica (sonetos, romances, coplas), pero también el versículo. Se le deben imágenes poéticas de gran fuerza y originalidad.


 

Primeros libros. El Romancero gitano.

Los versos del Libro de poemas (1921) están aún influidos por el modernismo. Domina en ellos un hondo malestar. Son testimonios de una crisis juvenil, relacionada con la conciencia de su homosexualidad.

En Canciones, Poema del Cante Jondo y Romancero gitano, están presentes lo popular, lo andaluz y lo gitano. Lorca expresa su dolor de vivir a través del dolor del "cante jondo"; y también su frustración, encarnada en la raza gitana, marginada y perseguida por un destino trágico. Junto a lo popular, destaca la utilización de metáforas audaces.


 

Poeta en Nueva York.

    En 1929 Lorca viaja a Nueva York gracias a una beca. Los poemas de Poeta en Nueva York son el resultado, por una parte, de una fuerte crisis personal y, por otra, de la honda impresión que le produce la ciudad: allí vio las manifestaciones máximas del poder del dinero, la injusticia social, la deshumanización. Los poemas serán gritos de dolor y protesta.

    Lorca adopta la técnica surrealista: el versículo y la imagen alucinante le sirven para expresar un mundo absurdo, para comunicar visiones de pesadilla, para descargar su cólera.


 

Últimas obras poéticas.

    El Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, inspirado por la muerte del famoso torero, en que se combina el acento popular y las imágenes surrealistas, es una de las más hermosas elegías de la literatura española.

    Inspirándose en la poesía arábigo-andaluza, escribe el Diván del Tamarit, libro de poemas dolientes.

    Los Sonetos del amor oscuro constituyen una honda y personal expresión de la gloria y del dolor de amar.


 


 


 

10 : LA POESÍA DE VICENTE ALEIXANDRE


 

    El poeta Vicente Aleixandre, Premio Nobel en 1977, destaca dentro del grupo del 27, por su preocupación por la condición humana y su capacidad de renovación.

Es, para muchos, el poeta más importante que ha dado el surrealismo. Su estilo se caracteriza por las imágenes visionarias grandiosas y el versículo amplio, solemne.

    Para Aleixandre, "poesía es comunicación", más que belleza; ello orienta toda su obra, pero conviene distinguir varias etapas.


 

Primera etapa    

Después de Ámbito, su primer libro, adscrito a la corriente de la poesía pura, Aleixadre escribe algunos de sus más destacados títulos, dentro de la estética surrealista.

    Su poesía parte de un hondo pesimismo. El hombre es para Aleixandre la criatura más penosa del universo: es dolor, angustia. Más valdría ser vegetal o piedra insensible. Y el ideal sería volver a la tierra, fundirse con la Naturaleza.

    En La destrucción o el amor (1933), la pasión amorosa es una fuerza destructora que se confunde con la liberación de la muerte. Contiene esta obra algunos de los poemas amorosos más intensos que se han escrito en nuestra lengua.

    Sombra del Paraíso (1944) es la "visión del cosmos en su gloria, antes de la aparición del hombre y, con él, del dolor y la limitación". Es decir: desde este destierro, visión de un edén libre del sufrimiento. El lenguaje poético es bellísimo. Supuso un fuerte impacto en el panorama literario de la posguerra.


 

Segunda etapa

    Historia del corazón
(1953) supone una nueva concepción. El hombre es mirado ahora positivamente. Sigue siendo una criatura desvalida, que sufre, pero ahora el poeta admira "su quehacer valiente y doloroso". La palabra clave de esta etapa sería solidaridad. En composiciones como "El poeta canta por todos" o "En la plaza", se sale de sí mismo, de sus obsesiones personales, para fundirse con los anhelos de los demás. El tema del amor cuenta con poemas espléndidos, como "Mano entregada".

    Formalmente, sigue prefiriendo el versículo, pero desdeña las imágenes surrealistas a favor de la comunicación directa, sin perder por ello en rigor y belleza.

    En esta nueva etapa, de profunda humanidad, se sitúan también dos libros posteriores: En un vasto dominio (1962) y Retratos con nombre (1964).


 

Tercera etapa

    A los setenta años, sorprende Aleixandre con un nuevo giro y una nueva cima de su obra: Poemas de la consumación (1968). En él, el anciano poeta ve la juventud como "la única vida" y canta con un tono a la vez sereno y trágico –más que elegíaco– la consumación de su existir.

    El estilo se ha hecho más escueto, más denso, y vuelve a dar entrada a elementos ilógicos y surrealistas de incalculable hondura.

    Semejante hondura, mayor densidad aún –y mayor dificultad– alcanzó su último libro, Diálogos del conocimiento (1974), conjunto de largos poemas filosóficos. La inquietud creadora y renovadora de Aleixandre asombraron hasta el fin.


 


 

11 : LA POESÍA DE LUIS CERNUDA


 

    Luis Cernuda es el poeta más personal de la generación del 27, y el que más ha influido en las sucesivas promociones poéticas de la segunda mitad del siglo XX.

    La realidad y el deseo es el título que dio a su obra completa. Ésta tiene como centro temático el divorcio entre su anhelo de realización personal (el deseo) y los límites impuestos por el mundo que le rodea (la realidad). Sus principales rasgos son:

  • Concepción de la poesía como biografía espiritual, exploración de sí mismo, orgullosa afirmación de su irreducible diferencia.
  • Poesía moral, que critica los valores y creencias que sustentan la sociedad burguesa y católica.
  • Afirmación de la primacía del erotismo, sobre todo valor moral. Desde su confesada inclinación homosexual, rinde culto a los cuerpos adolescentes.
  • Insistencia en varios temas: el amor, ya exaltado, ya insatisfecho; la soledad, como compañera constante; el ansia de belleza perfecta; la contemplación de la naturaleza; la búsqueda del paraíso perdido, que le lleva a mitificar la infancia o el paisaje andaluz; la conciencia del paso del tiempo...
  • Lenguaje depurado. Rechaza los ritmos demasiado marcados, la rima y el lenguaje brillante y rico en imágenes. Realiza una lúcida elaboración del lenguaje coloquial, con el que consigue dar al verso una inflexión meditativa.


 

Inicios poéticos.

    Perfil del aire, su primer libro, se adscribe a la corriente de la poesía pura, bajo el magisterio de Juan Ramón Jiménez y Jorge Guillén. Égloga, elegía y oda es un homenaje formal a los poetas clásicos, en especial a Garcilaso.

    Un río, un amor supone su incursión en el surrealismo. Cernuda considera este movimiento como una forma de subversión formal, a la vez que moral. Le interesan dos aspectos que allí encuentra: la rebeldía y la magia. Cernuda introduce imágenes oníricas y abandona la regularidad métrica.


 

Primeros libros de madurez.

    En Los placeres prohibidos, aún surrealista, pero de expresión más directa, exalta el mundo erótico prohibido por una sociedad represora. Por vez primera en la poesía española se canta con franqueza la homosexualidad.

    En Donde habite el olvido abandona el surrealismo. Bécquer es el gran modelo de estos poemas breves, sin título y de metro corto. El libro está escrito a raíz de una dolorosa experiencia amorosa. El fracaso del amor, única verdad del poeta, le conduce a desear un estado de inconsciencia total, que borre cualquier recuerdo del pasado.

    Invocaciones está constituido por diez poemas largos y narrativos. Canta la belleza, la soledad, la tristeza... Critica ásperamente a la sociedad burguesa y católica.


 

La poesía en el exilio.

    La producción posterior de Cernuda, desde Las nubes hasta Desolación de la Quimera se caracteriza por su homogeneidad. Algunos de sus rasgos son:

  • El carácter meditativo. En sus poemas Cernuda nos comunica sus verdades interiores, a partir de la reflexión sobre sus experiencias vitales.
  • El amor dolorido a España, recordada con añoranza o rechazada con desesperación de desarraigado. Destaca por su bella prosa poética Ocnos, nostálgica evocación de su infancia y su Andalucía natal.
  • El verso amplio y el estilo denso, adecuados a la meditación.


 


 

12 : LA POESÍA DE RAFAEL ALBERTI


 


 

    La poesía de Rafael Alberti destaca dentro de la generación del 27 por la gran variedad de temas, tonos y estilos. En su producción alternan la poesía pura, lo tradicional, lo barroco o lo vanguardista; el humor, el juego, la angustia o la política...

    El tema que da unidad a toda la obra de Alberti es el de la nostalgia: nostalgia de la Bahía de Cádiz –nació en Puerto de Santa María– y de la infancia en Marinero en tierra; del paraíso perdido en Sobre los ángeles, de un orden social justo en su poesía política; y de la patria perdida en sus escritos del exilio.

    Formalmente, su poesía destaca por la musicalidad y el virtuosismo métrico –cultivó desde las formas populares al versículo extenso de influencia vanguardista– y por el uso de imágenes plásticas, relacionadas con su vocación pictórica.


 

La poesía neopopular.

    Los tres primeros libros de Alberti (Marinero en tierra, La amante y El alba del alhelí) aparecen bajo el signo de la lírica popular y las viejas cancioncillas tradicionales.

    Marinero en tierra (1925) se centra en la nostalgia de su tierra natal, su bahía, recordadas desde Madrid. El mar es lo soñado, la madre, la infancia perdida, un mundo de aventura y poesía, que se opone al ambiente prosaico de la ciudad. Junto a una estilizada tristeza, los poemas rezuman luz, blancura, vivo colorido. Y dominan las formas ligeras de la lírica popular: estribillos, paralelismos, versos cortos, villancicos...


 

Barroquismo y vanguardia.

    Entre 1926 y 1927, escribe Cal y canto, libro que supone un giro hacia el barroquismo culto y la vanguardia. Por una parte, rinde tributo a la moda gongorina con sonetos, composiciones en tercetos, romances cultos y hasta una Soledad tercera: el vocabulario se vuelve culto, la sintaxis, rebuscada, y son constantes las alusiones mitológicas. Por parte, incluye poemas vanguardistas, con influjo del futurismo, como los titulados A Miss X, Madrigal al billete de tranvía, Venus en ascensor...


 

La poesía surrealista.

    En 1927 el poeta sufre una profunda crisis personal y de fe, que le inspira su obra maestra: Sobre los ángeles. Se aprecia una ruptura con el lenguaje poético anterior. Ahora la técnica empleada es surrealista: imágenes oníricas, versículos...     El poeta se ve expulsado de un paraíso, errando por un mundo caótico y sin sentido, con el alma vacía y el "cuerpo deshabitado", con la esperanza muerta... En torno suyo, aparecen esos "ángeles", seres extraños que simbolizan el dolor, la tristeza, la muerte...

    

La poesía civil.

    En 1931 Alberti se afilia al Partido Comunista e inicia una línea de poesía social y política ("civil" la llamó él). En ella, subordina su creación a la lucha por fines revolucionarios. Uno de sus libros lleva un título significativo: El poeta en la calle. Es poesía "de urgencia", menos atenta a lo estético, a veces panfletaria.


 

La poesía en el exilio.

    La preocupación social se mantiene viva en el exilio: Entre el clavel y la espada, Coplas de Juan Panadero, La primavera de los puebles...

    Reaparecen las formas tradicionales y clásicas, sin olvidar facetas innovadoras. Quizás, sus mejores libros de esta etapa sean: A la pintura, donde rinde homenaje a grandes pintores; y Retornos de lo vivo lejano, dictado por su añoranza de España.


 


 


 

13 : TENDENCIAS DE LA LÍRICA A PARTIR DE 1939


 


 

Los años 40: poesía arraigada / poesía desarraigada.

    Se dice que la poesía de la inmediata posguerra se halla escindida en dos frentes:

    La poesía arraigada es la de quienes se sienten serenamente conformes con su vivir y con el mundo. En esta línea se sitúan la mayoría de los escritores de la generación del 36: Luis Rosales, Leopoldo Panero, Luis Felipe Vivanco, Dionisio Ridruejo... Sus principales características son:

  • Visión optimista de la vida, distanciada de la realidad cotidiana del país. Exaltación de la vida familiar, la naturaleza...
  • Firme sentido religioso.
  • Métrica clásica, que refleja este espíritu equilibrado. Preferencia por el soneto. Huella de Garcilaso (se llamó a estos poetas garcilasistas).

La poesía desarraigada expresa la desazón, la angustia de quienes se sienten disconformes en un mundo que les parece caótico y doloroso. Dos autores del 27, Dámaso Alonso, con Hijos de la ira, y Vicente Aleixandre, con Sombra del Paraíso, inauguran esta corriente. Junto a ellos, figuran: Blas de Otero (Ángel fieramente humano, Redoble de conciencia), Gabriel Celaya, Victoriano Crémer, Eugenio de Nora... Sus principales características son:

  • Expresión, desde una postura existencialista, de la desorientación y del caos de la vida humana. Poesía en torno a la muerte, la soledad, la violencia...
  • Religiosidad conflictiva. El poeta se dirige a Dios increpándole y mostrándole el sufrimiento del mundo.
  • Estilo violento. Lenguaje coloquial brusco y duro. En la métrica destaca el uso del encabalgamiento, composiciones en versículos...

Otras tendencias de los años 50 son: el postismo, estética vanguardista que potencia el juego y la imaginación, creada por Carlos Edmundo de Ory; y la poesía culturalista del grupo Cántico, al que pertenecen Ricardo Molina y Pablo García Baena.


 

Los años 50: la poesía social.

    La publicación en 1955 de Cantos íberos de Gabriel Celaya y Pido la paz y la palabra de Blas de Otero marcará el comienzo de esta nueva tendencia. Sus características son:

  • Consideración de la poesía como un instrumento para transformar el mundo, y del poeta como un testigo crítico de su época.
  • Paso del yo (preocupaciones íntimas, existencialismo) al nosotros (preocupaciones sociales, colectivas...). Tema de España tratado desde una perspectiva política. Conciencia solidaria del poeta.
  • Distanciamiento de todo esteticismo. Lenguaje inmediato y desnudo de recursos retóricos, a veces cercano al prosaísmo y al panfleto. Se valora más el contenido que la forma.

Dentro de la nómina de los "poetas sociales" se inscriben, junto a Blas de Otero y Celaya, los representantes de la poesía desarraigada. Inclasificable es la obra de José Hierro, cuya obra se centra en el paso del tiempo, la convivencia de lo real y lo irracional.


 

Los años 60: poesía como experiencia y conocimiento.

    A finales de los 50 empieza su andadura una nueva promoción de poetas entre los que se encuentran: Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Francisco Brines, José Agustín Goytisolo... Características:    

  • No se abandona la preocupación por el hombre, ni el inconformismo ante el mundo, pero domina cierto escepticismo.
  • Concepción de la poesía como modo de conocimiento propio y del mundo que les rodea. Tono reflexivo.
  • Recuperación de la experiencia personal, de los acontecimientos de la vida cotidiana.
  • Lenguaje realista, antirretórico, pero depurado y denso. Se hace uso de la sátira y la ironía.


 

Los años setenta: los novísimos.

    La antología Nueve novísimos poetas españoles, de J. Mª Castellet, da a conocer a autores como Pere Gimferrer o Guillermo Carnero, que presentan estos rasgos:

  • Deseo de ruptura con la poesía anterior, con la estética realista y con el contenido de crítica social.
  • Modelos poéticos variados: Simbolismo francés, Modernismo, Surrealismo, Postismo, poetas ingleses contemporáneos...
  • Exhibicionismo cultural. Se toman elementos culturales de mitologías exóticas o de la cultura de masas (cine, rock, novelas policíacas...).
  • Experimentación lingüística y formal. Lenguaje rico y barroco, ruptura con el discurso lógico, uso del collage...

Junto a los autores mencionados, cabe incluir en esta corriente culturalista a Antonio Colinas, Luis Alberto de Cuenca, Luis Antonio de Villena, Antonio Carvajal...


 

Desde los años 80: la poesía de la experiencia.

    Se caracteriza por la pluralidad de tendencias: poesía épica (Julio Llamazares, Julio Martínez Mesanza), neosurrealismo (Blanca Andreu), poesía del silencio (Jaime Siles), poesía sensualista (Ana Rossetti)...

    Sin embargo, la tendencia más exitosa es la de la poesía de la experiencia, cultivada por Luis García Montero, Felipe Benítez Reyes, Jon Juaristi y otros. Sus características son:

  • Influencia de la poesía de los sesenta. Autores como Gil de Biedma o Brines son considerados clásicos por estos autores.
  • Poesía narrativa y reflexiva. Habla de la vida en la ciudad, de la realidad inmediata, recrea vivencias, sugiere situaciones e invita a meditar.
  • Regreso al realismo y al lenguaje coloquial. Uso de el humor, el pastiche, la ironía...


 


 


 

14 : LA NOVELA COMO GÉNERO


 


 

    La narración literaria consiste en el relato de unos hechos ficticios que les suceden a unos personajes concretos en un tiempo y en un espacio determinados.

    Dentro del género narrativo se distinguen varios subgéneros: la epopeya, el cantar de gesta, el romance, la novela, el cuento, la novela corta...

    La novela es el más importante de estos subgéneros. Se caracteriza porque:

  • es un relato en prosa (a diferencia de la epopeya, el cantar de gesta...);
  • es un relato de ficción (a diferencia de la narración periodística o histórica);
  • tiene cierta
    extensión (frente a la novela corta o el cuento);
  • su ritmo lento permite el diseño de un mundo complejo, a través de la configuración progresiva de los personajes, una intriga complicada, descripciones minuciosas, diálogos, análisis psicológicos, digresiones complementarias...;
  • es un relato multiforme, que invade otros géneros y admite la inclusión de todo tipo de materiales.


 

En la novela, como en toda narración, cabe distinguir dos elementos: la historia y el discurso.

La historia es lo que se cuenta, el contenido del relato: acontecimientos, ligados de una manera lógica o cronológica, que suceden a unos personajes en un espacio y en una época determinados. Los elementos de la historia son: la intriga, los personajes, el espacio y la época.

La intriga es el conjunto de acontecimientos vinculados entre sí que nos son comunicados a lo largo de la novela. A los acontecimientos más importantes del relato se les denomina nudos.

Los personajes son los seres ficticios creados por el autor de la novela. Por su caracterización, pueden ser planos (no evolucionan a lo largo de la novela y siempre muestran los mismos rasgos de carácter, una igual manera de actuar...) o redondos (presentan una gran complejidad psicológica y van evolucionando). Por su grado de participación en la acción, pueden clasificarse en protagonistas y secundarios.

El espacio o lugar donde se sitúa la acción puede ser real, si el lugar descrito existe en un marco físico concreto; verosímil, si es creíble, aunque no exista realmente; idealista, si se presenta como un espacio perfecto; o fantástico, si se sitúa en un lugar lejano e inexistente.

Según la época de la acción, podemos hablar de novelas de ambientación contemporánea, novelas históricas o novelas futuristas.


 

El discurso es la manera como se cuenta la historia. Sus elementos son: el narrador, la estructura y el tiempo narrativos y el modo del discurso.

El narrador es el instrumento del que se sirve el novelista para contarnos la historia. El narrador interno cuenta la historia desde dentro, en primera persona; puede ser el protagonista de la novela, que cuenta su vida, o un personaje secundario. El narrador externo cuenta la historia desde fuera, en tercera persona, sin implicarse en la trama; puede ser omnisciente, si sabe todo acerca de sus personajes, incluso sus pensamientos, u objetivo, si sólo cuenta lo hacen los personajes y en el orden que lo hacen.

La estructura externa de una novela puede caracterizarse por la sucesión de capítulos (numerados y con título normalmente) o secuencias (marcados sólo por un espacio en blanco). La estructura interna de la novela tradicional consta de un planteamiento (presentación de los personajes y del conflicto), un nudo (desarrollo del conflicto) y un desenlace (resolución del conflicto). Cuando la historia tiene un final concreto, presenta una estructura cerrada; si, por el contrario, no presenta desenlace, su estructura será abierta. Se habla de comienzo in media res cuando al principio del relato no se nos cuentan los antecedentes al nudo de la historia.

    El tiempo narrativo hace referencia a cómo avanza la acción. Es lineal si los hechos se presentan en su orden lógico (pasado / presente / futuro). La ruptura de este orden se hace mediante analepsis (saltos al pasado) o prolepsis (anticipaciones de hechos del futuro). El ritmo del relato es lento si se da cabida a detalladas descripciones o si el autor introduce continuas digresiones (reflexiones); por el contrario, será ágil y rápido, si predominan en él los diálogos, o si se suprimen fragmentos de la historia (elipsis) o se presentan de forma resumida (sumarios).

    El discurso novelesco es un discurso complejo, pues es síntesis de muchos elementos: diversas modalidades discursivas (narración pura, descripción, diálogo...), diversas voces (las de los personajes y la del narrador), diversos estilos y registros... La reproducción de la voz de los personajes tiene varias modalidades:

    1. El discurso directo. El narrador se limita a introducir el discurso del personaje o desaparece para que éste se exprese directamente:

Juan dijo: "Mañana no iré a clase".

–Mañana no iré a clase.

    2. El discurso indirecto. El narrador reproduce las palabras del personaje, introduciéndolas mediante un verbo (dijo, preguntó, declaró...).

            Juan dijo que no iría a clase al día siguiente.

    3. El discurso indirecto libre. El narrador reproduce las palabras del personaje pero sin necesidad de introducirlas mediante un verbo. Puede mantener además algunos aspectos de la formulación verbal concreta y del estilo de habla del personaje.

Juan estaba decidido. Mañana no iría a clase.

    La reproducción del pensamiento del personaje se hace mediante los mismos procedimientos. La narrativa moderna ha inventado, además, la técnica del monólogo interior, consistente en reproducir (ahora en primera persona) los pensamientos callados de un personaje, tal como brotarían de su conciencia.


 


 

15 : LA NARRATIVA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX (HASTA 1939)


 


 

La novela modernista y de la generación del 98

    En 1902, se publican en España cuatro importantes novelas, que contribuirán a la renovación del género: son La voluntad, de Azorín; Camino de perfección, de Baroja; Amor y pedagogía, de Unamuno; y Sonata de Otoño, de Valle-Inclán.

    Las principales innovaciones que introducen estos autores son:

  • Pérdida de relieve de la historia (lo que se cuenta) frente al discurso (cómo se cuenta).
  • Subjetivismo: no importa tanto el reflejo exacto de las cosas como la experiencia de éstas a través de la conciencia de un personaje.
  • La crisis de los valores burgueses y el fracaso vital como temas recurrentes.
  • Estructura abierta, fragmentada en estampas, que acoge elementos propios de la poesía o del ensayo.


 

Para Pío Baroja la novela es un género en el que cabe todo: la reflexión filosófica o psicológica, la aventura, la crítica, el humor… Sus narraciones tienen una estructura muy libre: en ellas se van yuxtaponiendo episodios, anécdotas, digresiones; y aparecen y desaparecen los más variados personajes. Éstos son seres frecuentemente al margen de la sociedad o enfrentados con ella: a veces, criaturas marcadas por la desorientación existencial; a veces, hombres de acción que quieren escapar de la grisura cotidiana. La prosa de Baroja es espontánea, vivísima, sobre todo en los diálogos.

Entre sus principales novelas destacan:

  • Camino de perfección. Su protagonista, Fernando Osorio, oscila entre períodos de sufrimiento y estados de abulia.
  • El árbol de la ciencia. Andrés Hurtado es un personaje desorientado y perdido en la vida que se siente decepcionado ante el mundo que le rodea. Los progresivos desengaños y la muerte final de su mujer y su hijo le conducen al suicidio.
  • La busca. Retrata las zonas más pobres de Madrid con gran realismo. Se centra en la caída de Manuel Alcázar en el mundo de la delincuencia y sus andanzas por las afueras de Madrid.
  • Zalacaín el aventurero. Cuenta las andanzas de un típico "hombre de acción" en medio de la última guerra carlista.

    

Miguel de Unamuno cultiva la novela de ideas, a la que denomina nivola. En ella expresa sus conflictos existenciales y sus preocupaciones filosóficas. La historia se centra en el interior del personaje, mediante el uso del monólogo y de los diálogos, simplificándose la acción y la descripción del ambiente. El estilo de Unamuno se caracteriza por el uso de paradojas y antítesis, que reflejan sus propias contradicciones.

Entre sus novelas destacan:

  • Amor y pedagogía. Satiriza la pretensión cientificista de planificar la vida humana para conquistar la felicidad.
  • Niebla. Su protagonista, Augusto Pérez, se rebela contra Unamuno, su creador, representando así el conflicto entre el hombre y Dios.
  • San Manuel Bueno, mártir. Acerca de un sacerdote que ha perdido la fe pero oculta su angustia para preservar la felicidad de sus feligreses.
  • La tía Tula. Sobre el instinto de maternidad frustrado.


 

Azorín (seudónimo de José Martínez Ruiz) convierte la novela en un género híbrido de narración, ensayo y poema en prosa. En sus obras, el argumento pierde importancia a favor de la descripción de ambientes y personajes. Su estilo tiende a la precisión y a la claridad. En sus descripciones, emplea una técnica miniaturista; atención al detalle revelador, cargado de sugerencias.

Su mejor novela es La voluntad, de claros tintes biográficos. Su protagonista, Antonio Azorín, se siente incapaz de reconciliar la contemplación de la vida y la participación activa en ella.


 

Ramón María del Valle-Inclán evoluciona desde un modernismo refinado y nostálgico a una postura crítica expresada en un estilo desgarrado, radicalmente nuevo.

    Su producción novelística se organiza en tres ciclos:

  • El ciclo simbolista lo componen cuatro novelas breves: Sonata de otoño, Sonata de estío, Sonata de primavera
    y Sonata de invierno, que recogen los amores del marqués de Bradomín, "un don Juan feo, católico y sentimental". Hay en ellas la visión, entre nostálgica y distante, de un mundo refinado y decadente. Su prosa, rica en efectos sensoriales, es elegante, bellísima.
  • La trilogía La guerra carlista se trata de una serie de novelas sobre la Galicia rural, aristocrática y violenta que Valle añora.
  • El ciclo de las novelas esperpénticas es la expresión plena de su visión demoledora y grotesca del mundo contemporáneo. Tirano Banderas satiriza al dictador latinoamericano Santos Banderas. En El ruedo ibérico, la España del fin de siglo es caricaturizada sin piedad, desde los indigentes hasta la misma reina Isabel II. A su estilo afluyen expresiones y modismos coloquiales y jergales, que se mezclan con arcaísmos y madrileñismos en un verdadero recital lingüístico.


 

Otras experiencias narrativas

  • La novela novecentista se movió entre el intelectualismo, representado por Ramón Pérez de Ayala, cuyas obras se caracterizan por la incursión de digresiones políticas o estéticas que interrumpen la línea argumental (Belarmino y Apolonio, Tigre Juan); y el formalismo lírico de Gabriel Miró, experto en la captación de las sensaciones y de los elementos de la naturaleza (Nuestro padre San Daniel, El obispo leproso).
  • La novela vanguardista, representada por Ramón Gómez de la Serna, Jardiel Poncela o Benjamín Jarnés, experimenta con el lenguaje y con el discurso narrativo.
  • La novela social, en los años 30, recupera la estética realista con el fin de señalar acusadoramente las desigualdades y la explotación de los humildes. El más destacado autor de esta tendencia es Ramón J. Sender, autor de Réquiem por un campesino español.


 


 

16 :CARACTERÍSTICAS DE LA GENERACIÓN DEL 98


 


 

Dentro del Modernismo se conoce como generación del 98 a un grupo de escritores que muestran una mayor preocupación por el tema de España y por contenidos humanos con orientación más filosófica.

Son noventayochistas Miguel de Unamuno, Ramiro de Maeztu, Pío Baroja, y José Martínez Ruiz, Azorín. Antonio Machado, con Campos de Castilla, y Ramón María del Valle-Inclán, con sus esperpentos, se incorporarían a la temática del grupo.

Las principales características de la literatura noventayochista son:

a) En cuanto a los temas:

1. Reflexiones filosóficas.

1.1. Interés por las corrientes irracionalistas del pensamiento: Nietzsche, Schopenhauer, Kierkegaard...

1.2. Preocupaciones existenciales. Los interrogantes sobre el sentido de la vida, el destino del hombre, etc., son capitales en todos estos escritores.

2. El tema de España, enfocado desde una postura crítica y subjetiva.

2.1. Descontento ante la situación política y social de la España de la Restauración. Sus actitudes hacia la posible regeneración de España son diversas: desde el escepticismo y la desesperanza hasta la fe en esta regeneración y el compromiso político.

2.2. Exaltación de lo castizo y de lo castellano (que no está reñido, sobre todo en un primer momento, con el anhelo de europeización de España): valoración de los pueblos y del paisaje castellanos; búsqueda de la esencia española en su historia y en su tradición literaria primitiva.

2.3. Interés por la Historia de España.

b) En cuanto a los géneros.

1. Predominio del ensayo y el artículo periodístico, sobre todo en sus inicios, para la exposición de sus ideas. La preocupación por España y la evocación de sus gentes, su paisaje y su historia, aparecen en Castilla y Los pueblos, de Azorín, o En torno al casticismo y Por tierras de Portugal y España, de Unamuno. Del sentimiento trágico de la vida y La agonía del cristianismo, también de Unamuno, destacan entre los ensayos dedicados a la meditación en torno al sentido de la vida.

2. Importancia de la novela de aprendizaje, en torno a un personaje central, del que se analiza la evolución de su personalidad: sucede así en Amor y pedagogía, de Unamuno, La voluntad, de Azorín, o El árbol de la ciencia, de Baroja. El subjetivismo sustituye al objetivismo del realismo decimonónico.

3. Distanciamiento, en poesía, de la estética del arte por el arte. Así, la poesía de Unamuno resulta ser una biografía de su espíritu, escrita en versos ásperos y robustos. Antonio Machado, en Campos de Castilla, testimonia el atraso y la pobreza de Castilla y denuncia los males de España.

4. Teatro de carácter crítico. Por ejemplo, en Luces de bohemia, de Valle-Inclán, se protesta por la corrupción política, el capitalismo y el conformismo burgués, el hambre y la ignorancia del pueblo, la represión policial, la religiosidad tradicional y vacía, la mala literatura...

c) En cuanto a la lengua y el estilo.

1. Sobriedad, búsqueda de un lenguaje natural y antirretórico. Voluntad de ir a las ideas, al fondo, más que a la forma.

2. Lirismo y subjetivismo, sobre todo en la descripción, impresionista, del paisaje. A menudo resulta difícil separar lo visto de la manera de mirar: paisaje y alma, realidad y sensibilidad llegan a fundirse íntimamente.

3. Renovación del léxico: recuperación de palabras arcaicas y castizas e incorporación de neologismos.


 


 

17: LA NARRATIVA DE PÍO BAROJA: EL ÁRBOL DE LA CIENCIA


 


 

Vida, personalidad y pensamiento

    Pío Baroja (1872-1956) nació en San Sebastián, en el seno de una familia acomodada. Estudio Medicina, que apenas ejerció. En Madrid, regentó una panadería de su familia, pero pronto se entregó de lleno a la literatura. Escribió sus novelas más importantes antes de 1915. El estallido de la Guerra Civil le obligó a exiliarse en Francia. Regreso en 1940, y prosiguió escribiendo hasta su muerte.

    Fue Baroja un hombre de talante solitario y amargado, además de un inconformista radical. No creyó ni en Dios, ni en la vida ni en el hombre ("el hombre es un animal dañino, envidioso, cruel", dijo). Su pesimismo existencial tiene su raíz en Schopenhauer, su filósofo más admirado. A pesar de su misantropía, manifestó una inmensa ternura por los seres desvalidos o marginados. Todo ello y la sinceridad –no engañar ni engañarse–, que le dio fama de hosco, son las bases de su ética personal.

    En política, fue siempre escéptico. Del anarquismo le atrajo la rebeldía, el impulso demoledor de la sociedad. Abominó del socialismo y la democracia. Se definió como un "liberal radical", hostil a cualquier dogma político. El individualismo y una nula confianza en un mundo mejor definen su pensamiento político.


 

Concepción de la novela

    Para Baroja la novela es un género multiforme, proteico, que abarca todo: la reflexión filosófica o psicológica, la aventura, la crítica, el humor…

    Sus narraciones tienen una estructura muy libre: en ellas se van yuxtaponiendo episodios, anécdotas, digresiones; y aparecen y desaparecen los más variados personajes. No le preocupa la unidad.

    La invención y la observación son las cualidades supremas del novelista para Baroja. Sus novelas dan la sensación de lo visto, de lo vivido, contado rápidamente con rasgos expresivos y seguros, como narra un testigo presencial.

Los personajes preferidos de Baroja son los inconformistas: hombres de acción, que se alzan contra la sociedad, aunque rara vez con éxito; y hombres abúlicos, cuyo impulso vital ha quedado paralizado por la falta de fe en el mundo.

Su ideal de estilo se basa en la claridad, la precisión y la rapidez. Lleva a tal extremo la tendencia antirretórica de los noventayochistas, que se le acusó de descuidado. Pero su prosa es espontánea y vivísima, con absoluto predominio de la frase corta y el párrafo breve. En sus descripciones, hechas de pinceladas escuetas, con unos pocos detalles significativos, consigue producir una intensa impresión de realidad. Sus diálogos destacan por su autenticidad conversacional.     


 

El árbol de la ciencia (1911)

    Es la novela que resume mejor el espíritu de Baroja. Refleja también la desesperanza moral y la desorientación de la España de la época.

Es una "novela de formación" (Bildungsroman), pues se centra en el devenir espiritual de su protagonista, Andrés Hurtado (álter ego de Baroja), un personaje perdido en un mundo absurdo, que se mueve en medio de circunstancias adversas que constituirán una sucesión de desengaños.

La estructura de la novela es como sigue:


 


 

PARTES I, II

Primeras experiencias

Se centran en la vida de Andrés Hurtado como estudiante de Medicina y su encuentro con Lulú. Se describe el ambiente familiar, que hace de él un muchacho "reconcentrado y triste". Sus estudios de Medicina no colman su sed de conocimiento ni su ansia de encontrar un sentido a la vida. La universidad y la ciencia españolas se encuentran en un estado lamentable. Su contacto con los enfermos de los hospitales y su descubrimiento de miserias y crueldades, las que rodean a la noble Lulú, agudizan su depresión.

PARTE III

Hecho decisivo

Se narra la enfermedad y la muerte de Luisito, hermano del protagonista, tras la realización de un viaje a un pueblo valenciano con la esperanza de hallar un clima que lo cure.

PARTE IV

Reflexión

Está constituida por un diálogo entre Andrés y su tío Iturrioz. Se centra en la oposición entre intelectualismo (el árbol de la ciencia) y voluntad (el árbol de la vida): para Andrés, la ciencia es la única construcción fuerte de la humanidad, capaz de arrollar religiones y utopías; Iturrioz replica que la ciencia también "arrolla al hombre" y propugna la necesidad de una fe, una ilusión que nos permita aferrarnos a la vida.

PARTE V, VI

Nuevas experiencias

Tras una experiencia negativa como médico rural en Alcolea del Campo (la insolidaridad y la pasividad ante las injusticias preside la vida en el pueblo), Andrés regresa a Madrid, donde trabaja como médico de higiene y para una sociedad de gente humilde, convirtiéndose en espectador de la iniquidad social.

PARTE VII

Hecho decisivo

Andrés contrae matrimonio con Lulú y trabaja como traductor. El nacimiento de su hijo muerto y el fallecimiento de Lulú le conducen al suicidio.

    A través de esta novela, Baroja nos ofrece una visión muy crítica de la sociedad española de finales del XIX: se desprecia la cultura y la investigación científica; se vive en un ambiente de falso optimismo; en Madrid, la miseria de las clases humildes contrasta, terriblemente, con la despreocupación de los pudientes, de los "señoritos juerguistas"; la insolidaridad, los prejuicios, el caciquismo, la ineptitud y rapacidad de los políticos, forman parte de la vida de los pueblos…

    También, se desprende de la novela una concepción pesimista de la existencia humana. La vida es "una lucha constante, una cacería cruel", al mismo tiempo que "una cosa fea, turbia, dolorosa e indominable". Las lecturas filosóficas de Andrés (en especial, la de Schopenhauer) lo confirman en esta concepción desesperada. Andrés intenta encontrar una respuesta al sentido de la vida en la ciencia, pero no lo halla: la inteligencia sólo sirve para agudizar en él el dolor de vivir.

Otras novelas

  • Camino de perfección (1902). Su protagonista, Fernando Osorio, anhela encontrar un sentido a la vida, y oscila entre períodos de sufrimiento y estados de abulia.
  • La busca (1904). Retrata las zonas más pobres de Madrid con gran realismo. Bajo la influencia de la novela picaresca, cuenta la caída de Manuel Alcázar en el mundo de la delincuencia y sus andanzas por las afueras de Madrid.
  • Zalacaín el aventurero (1909). Cuenta las andanzas de un típico "hombre de acción" en medio de la última guerra carlista.


 

18: TENDENCIAS DE LA NARRATIVA A PARTIR DE 1939


 

    La guerra civil supuso una ruptura traumática en la vida cultural española, que afectó de manera profunda a la producción literaria. En el caso de la narrativa, existen los siguientes condicionantes: presencia de una fuerte censura, que impedía afrontar de forma directa los temas políticos y sociales; aislamiento cultural, que impide el conocimiento de las novedades literarias extranjeras; exilio de gran parte de los jóvenes novelistas que iniciaron su trayectoria literaria durante la República; desarrollo, por parte de autores afines al régimen, de una narrativa de exaltación patriótica.

    En el exilio, autores como Ramón J. Sender, Francisco Ayala y Rosa Chacel, desarrollan una narrativa, variada en temas y estilo, aunque por lo general continuadora del impulso realista y humanizador que trajo consigo la novela social de los años 30. En Réquiem por un campesino español, la mejor novela de Sender, se reflexiona sobre las secuelas de la guerra civil.

    En los años cuarenta, destacan tres modelos narrativos:

    1. El realismo convencional, continuador de los modos de la novela decimonónica. Destaca en esta tendencia Los gozos y las sombras, de Gonzalo Torrente Ballester, novela psicológica y social sobre la vida de una población gallega antes de la guerra.

    2. El tremendismo. Corriente literaria que presenta con extrema crudeza situaciones desagradables y violentas, incluso repulsivas (sus personajes frecuentemente son seres marginados, criminales, pervertidos, tarados físicos o psíquicos), en un lenguaje bronco y desgarrado. Su máximo exponente es La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, memorias de un campesino extremeño condenado a muerte, que narra la serie de crímenes que cometió, entre ellos el asesinato de su propia madre.

    3. El realismo existencial. Las novelas de esta corriente tienen como tema el desconcierto, la desesperanza, la angustia ante la amarga y absurda experiencia de la vida. Sus protagonistas son seres oprimidos, violentos o indecisos, en situaciones límites, de rutina, aislamiento, vacío. Destacan Nada, de Carmen Laforet, y La sombra del ciprés es alargada, de Miguel Delibes.

    En los años cincuenta, la corriente literaria predominante es la del realismo social, que pretende reflejar las circunstancias dramáticas en que vive el país. Ya en 1951, Camilo José Cela publica La colmena, novela con protagonista colectivo, donde el autor presenta la vida del Madrid de 1942, con sus miserias económicas y morales. Los escritores de la generación del medio siglo (Jesús Fernández Santos, Carmen Martín Gaite, Rafael Sánchez Ferlosio, Ignacio Aldecoa, Ana María Matute...) serán quienes consoliden esta tendencia.

    La finalidad que persigue la novela social es la de ofrecer un testimonio de denuncia de la realidad socioeconómica y política del país. La denuncia se centra en dos campos: el de la injusticia social, de la que son objeto los trabajadores del campo y de la industria, y la falta de conciencia moral de las clases dirigentes responsables de esta situación, en especial, la burguesía. En cuanto a la técnica, destaca el uso del diálogo, la desaparición del autor (el narrador no interviene para expresar sus opiniones), la descripción minuciosa... El lenguaje adoptará normalmente el estilo de la crónica, desnudo, directo. Ello llevará a un deliberado empobrecimiento de la expresión.

    Se distinguen dos tendencias dentro del realismo social: el objetivismo, donde el narrador actúa como un simple espectador, que se limita a presentar la realidad sin emitir juicios de valor (es el caso de El Jarama, de Sánchez Ferlosio, o de Entre visillos, de Carmen Martín Gaite); y el realismo crítico, en el que el escritor manifiesta de forma explícita su postura crítica ante lo que relata (es el caso de Las ratas, de Miguel Delibes, o Duelo en el paraíso, de Juan Goytisolo).


 

    En los años sesenta, la publicación de novelas como Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, Señas de identidad, de Juan Goytisolo, y Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes, suponen la consolidación de un nuevo modelo narrativo, el de la novela experimental. Sus características son:

    1. Meditación sobre la condición humana y sobre la problemática social española.

    2. Pérdida de importancia del argumento, que en algunos casos desaparece prácticamente.

     3. Protagonista problemático, en perpetuo conflicto consigo mismo y con la sociedad.

    4. Reaparece el narrador omnisciente, combinado ahora con los distintos puntos de vista de los personajes.

    5. Ruptura de la linealidad temporal: se producen analepsis y prolepsis.

    6. Uso del monólogo interior.

    7. Estilo elaborado, barroco, lleno de neologismos e imágenes.

    8. Nuevo papel del lector, que tendrá que completar el sentido de una historia llena de enigmas.


 

En 1975, la publicación de La verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo Mendoza, marca un cambio de tendencia narrativa: sin abandonarse del todo las técnicas experimentales, se recuperará el placer de contar historias "interesantes", con buenos argumentos.

Las características de la novela desde 1975 son:

1. Interés por la historia. Gusto por la novela de género (policíaca, de aventuras, histórica), donde la intriga es el elemento fundamental.

2. Regreso a las formas tradicionales de narrar. Se produce una disminución del uso de técnicas experimentales. Se busca una mayor comunicación con el lector.

3. Variedad de temas: lo íntimo, el misterio, la historia, el compromiso...

4. Diversidad de tendencias: novela histórica (Urraca, de Lourdes Ortiz), novela policíaca (Los mares del sur, de Manuel Vázquez Montalbán), novela lírica (La lluvia amarilla, de Julio Llamazares), novela metaliteraria (reflexión sobre las relaciones entre vida y ficción: Beatus ille, de Antonio Muñoz Molina)...


 


 

19 : LA NARRATIVA DE CAMILO JOSÉ CELA :

LA FAMILIA DE PASCUAL DUARTE 


 


 

El autor y su obra

Camilo José Cela (Iria Flavia, La Coruña, 1916-Madrid, 2002), único novelista español galardonado con el Premio Nobel de Literatura (1989), fue un maestro del lenguaje que contribuyó decididamente a la renovación del género novelístico en la posguerra.

Igual que su admirado Baroja, concibió la novela como un género abierto y multiforme: "novela es todo aquello que, editado en forma de libro, admite debajo del título, y entre paréntesis, la palabra novela", diría en una ocasión.

Su amarga visión de la vida, que recuerda también a Baroja, convierte a Cela en un espectador entre frío, burlón y desolado de la vida, a la que opone bien un desenfadado vitalismo (hay grandes dosis de sexo y violencia en sus novelas), bien una agria repulsa.

Dentro de su producción novelística, se distinguen tres etapas:

  • Realismo existencial (años cuarenta). En 1942, Cela publica La familia de Pascual Duarte, donde refleja la amarga vida de un campesino, inadaptado y violento, autor de horrendos crímenes. En Pabellón de reposo (1943), profundiza en los pensamientos de un grupo de enfermos tuberculosos ingresados en un sanatorio de la sierra madrileña.
  • Realismo social (años cincuenta). Con La colmena (1951), Cela se convierte en el maestro de la novela "colectiva". El Madrid de la inmediata posguerra es retratado en sus páginas a través de numerosos personajes, casi trescientos, cuyas vidas se entrecruzan: son en su mayoría seres despreciables y vulgares, retratados con frialdad o de forma caricaturesca, pero también hay criaturas desvalidas, apaleadas por la vida, para las cuales el narrador reserva una mirada de piedad y ternura.
  • Experimentalismo (desde finales de los sesenta). En 1969 publica San Camilo 1936, un largo monólogo interior enmarcado en el Madrid de comienzos de la guerra. El mismo espíritu innovador se percibe en sus siguientes obras: Oficio de tinieblas 5 (1973), Mazurca para dos muertos (1983)…

La guerra civil, con sus secuelas (crueldad, miedo y miseria física y moral), constituye uno de los principales temas de la narrativa de Cela. También, la sociedad española en su conjunto, a la que satiriza grotescamente, siguiendo una tradición clásica que tiene su origen en la picaresca, Quevedo y el esperpento de Valle-Inclán.

Con los escritores del 98, comparte el interés por los paisajes y las gentes de la geografía española. En sus libros de viajes (Viaje a la Alcarria o Judíos, moros y cristianos), describe críticamente las costumbres y la cultura de los pueblos españoles.

Cela destaca también por su virtuosismo con el idioma. Su estilo abarca los más numerosos registros: la dureza amarga, el humor desgarrado, la franca obscenidad, el tono lírico y hasta las experiencias más audaces.


 

La familia de Pascual Duarte

La publicación de La familia de Pascual Duarte en 1942 fue el primer gran acontecimiento de la novelística de la posguerra.

Cela demostró su gran habilidad como narrador al hacer creíbles el inmenso cúmulo de atrocidades que encierra su argumento:

Pascual Duarte es un campesino extremeño que, en la cárcel, condenado a muerte, escribe su vida. Una infancia sórdida, unos padres monstruosos, una hermana que se prostituye, un hermanito anormal que termina ahogado en una tinaja de aceite –no sin que antes un cerdo le comiera las orejas–… Luego, dos matrimonios desgraciados, peleas, crímenes, sangre… Y una horrible escena final en que el protagonista mata a su madre, a la que considera causa de sus desgracias…

La novela inaugura con su crudo naturalismo la tendencia conocida como tremendismo, que centra su atención en las situaciones más violentas y desagradables de la realidad. A la vez, es, con su visión amarga de la existencia, una de las mejores novelas del realismo existencial de los años 40.

Cela se sirve de la historia de Pascual para ilustrar una concepción determinista de la existencia humana: Pascual se siente "un hombre maldito", arrastrado por la presión de la herencia y del mundo que le rodea (la familia) al crimen y la violencia.

Cela presenta la historia a través de diferentes narradores:

  • El narrador-protagonista. Pascual Duarte, que nos ofrece en sus memorias, una versión incompleta, pero vivísima, de su vida. El influjo de la novela picaresca es evidente en la adopción de este punto de vista para la narración.
  • Los narradores-testigo, el cura y el guardia civil que presencian la ejecución de Pascual. Para el sacerdote, Pascual es "un manso cordero acorralado y asustado por la vida"; para el guardia civil, un enfermo mental.
  • El narrador-observador, transcriptor de la historia y verdadero narrador oculto. Es quien da a la imprenta las memorias de Pascual, por lo que posee todas las perspectivas narrativas y, gracias a él, el lector puede conocer la historia completa.

En las memorias de Pascual Duarte, hay importantes elipsis: por ejemplo, no se relata el crimen de don Jesús González de la Riva, conde de Torremejía, al comienzo de la guerra civil, que es precisamente el que determina su ejecución.

Los hechos tampoco se narran en estricto orden cronológico, sino de acuerdo con un clímax ascendente de las situaciones violentas. Así, se empieza hablando en el capítulo primero de cómo Pascual mató a su perra, cuando en realidad había acuchillado antes a la yegua.

El tono franco, espontáneo, muchas veces crudo, con que Pascual nos relata su desgraciada vida, es uno de los grandes valores de la novela.


 


 

20 : LA NARRATIVA DE EDUARDO MENDOZA :

LA VERDAD SOBRE EL CASO SAVOLTA


 


 

El autor y su obra

Eduardo Mendoza, acaso el narrador más representativo de su generación, nació en Barcelona en 1943. Durante años vivió en Estados Unidos trabajando como traductor, hasta que, a mediados de la década de los ochenta, pudo dedicarse plenamente a la literatura y regresó a su ciudad natal.

Los temas preferidos por Mendoza son el poder, la obsesión por el progreso y el caos de un mundo extraño en el que todo puede suceder.

Habitualmente estructura sus novelas de manera circular, ya que los personajes, casi siempre seres de origen humilde y ansiosos por medrar, vuelven al final al sitio de donde salieron.

Sus novelas se ubican en Barcelona. Y en ellas se mezclan géneros narrativos como el histórico, el policíaco (siempre hay suspense) y el folletinesco.

Un argumento bien trabado y un lenguaje tradicional rápido y vivo, de frase corta, que desprende humorismo y capacidad sarcástica son otras de sus cualidades literarias.

Junto a La verdad sobre el caso Savolta (1975), La ciudad de los prodigios (1986) sería su novela más ambiciosa: en ella muestra, con notable invención y fina ironía, la evolución social y urbana de Barcelona entre las dos exposiciones universales de 1888 y 1929.

Ha escrito también desternillantes parodias de la novela policíaca: El misterio de la cripta embrujada (1979), El laberinto de las aceitunas (1986) y La aventura del tocador de señoras (2001) están protagonizadas por un investigador maniático y demente, contrapunto del detective tradicional, frío y sereno, como Sherlock Holmes.

Otros títulos destacados del autor son: Sin noticias de Gurb (1990), sobre las correrías de un extraterrestre por la Barcelona de hoy; Una comedia ligera (1996), que refleja la situación del teatro de posguerra; y Mauricio o las elecciones primarias (2006), novela ambientada en la Barcelona preolímpica, que trata sobre el desencanto político.


 

La verdad sobre el caso Savolta

En 1975, Eduardo Mendoza se da a conocer ya con una obra maestra: La verdad sobre el caso Savolta. Novela emblemática, resume, por sí sola, esa tendencia general que va de la experimentación hacia la vuelta (en parte, irónica) a formas narrativas tradicionales.

En su compleja trama –situada en la agitada Barcelona de los años 1917-1920– se entretejen conflictos sociales (protestas obreras y atentados terroristas) con una historia amorosa; así, se combinan lo público y lo íntimo, lo social y lo existencial; pero todo visto con un enfoque distanciado.

El argumento es el que sigue:

Javier Miranda, que debe cobrar en nombre de la empresa Savolta una elevada póliza de seguros en Estados Unidos, es llevado a juicio por la compañía aseguradora. Pretende ésta no pagar unos gastos tan elevados. Es el año 1927. Desde el proceso judicial se rememora y recrean los hechos que lo han motivado. Miranda cuenta cómo Lepprince y él mismo contrataron, en 1917, en la época de prosperidad de la empresa, a dos matones para que escarmentaran a los cabecillas de una huelga. La protesta obrera fracasó, pero un intrépido periodista, Domingo Pajarito, idealista y estrafalario, denuncia la represión. El hábil Lepprince contrata al periodista para que realice una investigación sobre la empresa y tenerlo así a su lado, pero una cadena de hechos y situaciones que empiezan siendo insignificantes desencadenan una serie de muertes inesperadas, de pasiones desatadas, de engaños y odios que llevan al caos. El periodista se hace primero amigo de Javier Miranda, luego éste intima con la mujer del periodista, que encuentra en el joven empresario un camino para abandonar su miserable situación. Todo se complica cuando Pajarito es asesinado en extrañas circunstancias (un coche lo atropella cuando regresaba borracho a casa) y poco después el mismo Savolta es acribillado a tiros. El comisario Vázquez, que toma en sus manos el asunto, no logra evitar que se sucedan los atentados, unas veces con acierto (el que acaba con la vida del jefe de personal de la empresa) y otros fallidos (el del propio Lepprince). Se casa éste con Rosa María Savolta en su carrera imparable hacia la dirección del negocio. Con el final de la guerra, la empresa se hunde, y el desastre viene acompañado de extraños traslados (el del comisario Vázquez a Tetuán, para que no siga investigando), nuevas muertes (la del accionista Pere Parells, y la del propio comisario) y raras bodas (la de Miranda con María Coral, mujer de los bajos fondos, pero de belleza misteriosa, amante de Lepprince y que termina fugándose con el guardaespaldas Max). Antes de morir, el comisario declara a Miranda que Lepprince es el responsable de las muertes de Pajarito, de Savolta y de los otros, argucias todas ellas destinadas a ocultar el tráfico de armas con el ejército alemán.

Se utilizan tres puntos de vista diferentes para contar los sucesos: el del protagonista, Javier Miranda, que narra la historia en primera persona desde una óptica totalmente subjetiva; el de un narrador omnisciente, que cuenta los hechos en tercera persona; y, por último, la información que aportan los documentos que se utilizan como pruebas durante el proceso.

Su estructura es sumamente significativa: los primeros capítulos son de gran complejidad (montaje de materiales heterogéneos, desorden cronológico y otras técnicas experimentales); luego, va decreciendo tal complejidad para desembocar, en los últimos capítulos, en un relato lineal, con ingredientes de novela policíaca o de aventuras.

A ello se añade el «pastiche» de otros géneros (el folletín, la novela rosa…) y una sorprendente variedad de estilos, todo manejado con una inventiva asombrosa.


 

21 : LA NOVELA Y EL CUENTO HISPANOAMERICANOS

EN EL SIGLO XX


 

La novela realista

El realismo domina la narrativa hispanoamericana hasta prácticamente los años 40. Se distinguen varias tendencias en este período:

  • La novela de la tierra o regionalista. Refleja la lucha del hombre contra la naturaleza. Destacan: La vorágine, del colombiano José Eustasio Rivera, novela de la selva amazónica, hermosa y terrible; Doña Bárbara, del venezonalo Rómulo Gallegos, sobre la llanura venezolana; y Don Segundo Sombra, del argentino Ricardo Güiraldes, sobre la pampa y los gauchos.

Dentro del regionalismo se sitúan también los cuentos del uruguayo Horacio Quiroga: Cuentos de la selva, Anaconda, Los desterrados

  • La novela indigenista. Denuncia la explotación de los indios por los blancos: Huasipungo, de Jorge Icaza; El mundo es ancho y ajeno, de Ciro Alegría…
  • La novela histórica. Interesan, sobre todo, las centradas en los hechos de la Revolución mexicana: Los de abajo, de Mariano Azuela, inicia este ciclo.


 

La superación del realismo

Entre 1945 y 1960 se producen importantes novedades en la narrativa:

  • Mayor variedad en los temas: aparece lo urbano junto a lo rural, antes dominante; también los problemas existenciales junto a los sociales.
  • Se introduce lo fantástico, lo onírico, lo irracional… A este rasgo se le ha denominado "lo real maravilloso" o "realismo mágico".
  • Mayor preocupación por el estilo, la estructura y las innovaciones técnicas (monólogo interior, desorden cronológico…).

Los principales autores de este período son:

  • Miguel Ángel Asturias, guatemalteco. Aborda el tema de la dictadura con una técnica expresionista y alucinante en El Señor Presidente.
  • Alejo Carpentier, cubano. En su principal obra, El siglo de las luces, analiza las contradicciones de la Revolución Francesa al ser exportada a las Antillas.
  • Jorge Luis Borges, argentino. En libros como Ficciones o El Aleph, renueva profundamente el género del cuento. Sus relatos, de estilo distante y conciso, nos ponen en contacto con lo excepcional, con lo insólito. Sus temas predilectos son la visión de la realidad como un laberinto incomprensible, la personalidad humana y sus extraños desdoblamientos, el destino del hombre y la civilización, el tiempo, la eternidad, el infinito... Es, también, un gran ensayista y poeta.
  • Juan Rulfo, mexicano. Es autor de un libro de cuentos, El llano en llamas, y la novela Pedro Páramo, en la que se retrata el pueblo de Comala, un pueblo muerto, habitado por fantasmas que evocan su pasado, dominado por un implacable cacique. Sus breves capítulos reconstruyen, como un rompecabezas, un mundo dramático, en el que se mezclan vida y muerte, lo real y lo sobrenatural, lo personal y lo social. Su lenguaje es poético y melancólico.
  • Juan Carlos Onetti, uruguayo. Su visión de la vida es desesperanzada en narraciones como El astillero.


 

El boom de la narrativa hispanoamericana

En los años 60, surge una serie de escritores que llevan a sus últimas consecuencias las innovaciones señaladas en el apartado anterior. El éxito de estos autores en Europa fue tal que se llegó a hablar del boom de la novela hispanoamericana.

En líneas generales, se confirma la ampliación temática y la preferencia por la novela urbana, así como la integración de lo fantástico y lo real. También se produce una profunda experimentación en la estructura del relato, las técnicas narrativas y el estilo.

Los principales autores son:

  • Ernesto Sábato, argentino. Es un novelista muy intelectual. Sobre héroes y tumbas, novela larga y compleja, constituye una visión apocalíptica del mundo.
  • Julio Cortázar, argentino. Sobresale por su novela experimental Rayuela, que propone al lector distintos itinerarios de lectura, y por sus cuentos, recogidos en libros como Bestiario y Las armas secretas. En ellos, lo fantástico irrumpe de forma inesperada en la vida cotidiana.
  • Gabriel García Márquez, colombiano. Destaca por la naturalidad con que funde realismo y fantasía en un universo imaginario plagado de sucesos maravillosos y de criaturas empujadas por pasiones irrefrenables. En Cien años de soledad, narra la saga familiar de los Buendía en el espacio mítico de Macondo, desde la fundación de la ciudad hasta la destrucción final, desde la inocencia primitiva hasta la llegada del progreso y la civilización degradante, pasando por catástrofes naturales, guerras y epidemias. Es un símbolo de la historia de la humanidad. Otras novelas importantes de García Márquez son El amor en los tiempos del cólera y Crónica de una muerte anunciada.
  • Mario Vargas Llosa, peruano. Une realismo, intención crítica y complejidad técnica en novelas como La ciudad y los perros, sobre el ambiente opresivo de un colegio militar en Lima; y La casa verde, sobre un prostíbulo en la selva.

Otros autores importantes de este período son el mexicano Carlos Fuentes, el cubano Guillermo Cabrera Infante y el paraguayo Augusto Roa Bastos.


 

Últimas tendencias

    A partir de los 70 se reduce el experimentalismo. El humor y los referentes a la cultura de masas serán ingredientes básicos en las narraciones de Alfredo Bryce Echenique, chileno, y Manuel Puig, argentino.

    Aparecen importantes escritoras como Isabel Allende, chilena, y Laura Esquivel, mexicana.

    Dentro del cuento, merece especial mención el guatemalteco Augusto Monterroso, autor de cuentos brevísimos (algunos en una sola línea), pero admirables por su rigor compositivo y su inteligente ironía. Destaca La oveja negra y otras fábulas.


 

22 : EL TEATRO COMO GÉNERO: COMEDIA Y DRAMA


 

    El género dramático o teatral comprende las obras literarias en que el autor cede la palabra a los personajes de la ficción, para que ellos mismos expongan y desarrollen sus conflictos ante el espectador.

    Frente a otros géneros, como la lírica o la novela, destinados a ser leídos, el texto dramático no alcanza plenamente su sentido hasta que ha sido representado. Se puede afirmar que un texto es dramático en la medida en que pueda ser llevado a escena.


 

Comedia, tragedia y drama.

    Son los tres subgéneros dramáticos fundamentales.

    En la tragedia se presentan terribles conflictos entre personajes (casi siempre reyes y héroes, pero ya no necesariamente en la época moderna), víctimas de grandes pasiones invencibles que les conducen a su destrucción. Su estilo es elevado.

    La comedia es una obra teatral en la que predominan los pasajes cómicos. Los personajes son populares; y el lenguaje, humorístico.

    El drama representa un conflicto doloroso, pero entre personajes que no se salen de la idea de normalidad a que estamos acostumbrados. Pueden intervenir elementos cómicos, de ahí que en España recibiera el nombre de tragicomedia desde fines del siglo XV hasta principios del XVIII.

    Valle-Inclán caracterizaba los géneros dramáticos diciendo que en la tragedia el autor considera a los personajes como superiores a la naturaleza humana (los mira "de rodillas"); en el drama les atribuye la común naturaleza humana (los mira "frente a frente"), y en la comedia los juzga inferiores a él, con burla o ironía (los mira "desde abajo").


 

Elementos del texto dramático.

El texto dramático está constituido fundamentalmente por dos elementos: el diálogo y las acotaciones.

A través del diálogo teatral, el autor configura a los personajes (porque son éstos los que se dan a conocer a sí mismos a través de sus palabras), pero también crea la acción dramática, ya que con las palabras expresadas por los personajes vamos viendo cómo se van desarrollando los acontecimientos. En ocasiones, un personaje, a solas, expresa en voz alta sus pensamientos o sus sentimientos: hablamos entonces de monólogo. Una variedad del monólogo es el aparte, en el que un personaje, hablando consigo mismo, y dando por supuesto que los demás personajes no le oyen, comunica, en complicidad con el público, sus opiniones sobre determinadas incidencias de la intriga o sobre la conducta de otros personajes.

Las acotaciones, que aparecen entre paréntesis y en cursiva, son indicaciones, más o menos precisas, que el autor realiza sobre el movimiento de los actores, los decorados, la iluminación, el vestuario... Mientras que el diálogo tiene carácter literario (comparte con la poesía y la novela la función estética del lenguaje), las acotaciones son, salvo excepciones, meramente funcionales.


 

Estructura de la obra teatral.

    Una representación dramática sin cortes resultaría pesada para el espectador; por eso, desde época romana, la obra teatral siempre se ha presentado dividida en actos. Lope de Vega impuso en el teatro español la división en tres actos, que muchas veces se corresponden con el planteamiento, el nudo y el desenlace de la historia. El acto se divide en escenas: el principio y el final de cada una puede reconocerse por las entradas o salidas de los personajes, indicadas en las acotaciones.

    En el teatro contemporáneo, se prefiere, a la división en actos (relacionada muchas veces con un desarrollo continuo y cronológico de la acción), la fragmentación en cuadros, es decir, escenas autónomas, centradas en un tema o en una situación.


 

Elementos de la puesta en escena.

    El texto dramático no cobra vida hasta que es convertido en espectáculo teatral. Para la puesta en escena se necesitan varios elementos:

  1. El texto. Un texto dramático actual o clásico, o bien una adaptación de cualquier otro texto, por ejemplo una novela.
  2. Un espacio escénico. El escenario más habitual en el teatro occidental desde el siglo XVI es el escenario a la italiana, situado frente al espectador sobre un entarimado. En el siglo XX se experimenta con otras posibilidades, como el escenario central, con el público rodeándolo, o la comunicación entre el espacio de los actores y el del público (es el caso del teatro de calle).
  3. La escenografía. Tiene como función fundamental la de ambientar plásticamente un espacio escénico para que los espectadores puedan reconocer y situar el lugar determinado (un bosque, un castillo, un comedor...) en el que se desarrolla la acción. Entre las funciones del escenógrafo están: la configuración del espacio escénico; el control de la iluminación para crear la atmósfera y el ambiente deseados, de acuerdo con la situación de los personajes o el momento de la acción; el diseño del decorado; la atención al vestuario y utillaje; la coordinación de los efectos sonoros con el ritmo del texto, etc.
  4. La compañía o grupo de teatro, formada por el director (responsable último de la puesta en escena), los actores (que dan vida a los personajes del texto dramático) y el personal técnico (encargado de la escenografía).
  5. El público. Son los espectadores de la acción teatral, aunque también pueden llegar a participar de ésta (es el caso del llamado teatro de la crueldad).


 


 

23 : EL TEATRO ESPAÑOL DEL SIGLO XX (HASTA 1939)


 

    El teatro español de la primera mitad del siglo se reparte, a grandes rasgos, en dos frentes: el teatro que triunfa, continuador en gran parte del que imperaba a finales del XIX; y el teatro que pretende innovar, que difícilmente llega a los escenarios.


 

El teatro que triunfa.

    Dentro del teatro comercial se distinguen tres tendencias:

La alta comedia. Hace una crítica suave de los conflictos morales de la burguesía. Presenta ambientes lujosos y un lenguaje muy cuidado. Destacan en esta corriente Jacinto Benavente, Manuel Linares Rivas y Gregorio Martínez Sierra.

En la producción de Jacinto Benavente encontramos: comedias burguesas, donde retrata a las clases altas, con una crítica tolerable a sus hipocresías y convencionalismos (El nido ajeno, Rosas de otoño...); dramas rurales, como La malquerida, sobre una devastadora pasión incestuosa; y una deliciosa farsa, Los intereses creados. donde aparecen personajes de la commedia dell' arte italiana (Polichinela, Arlequín, Colombina, el Doctor...) y se enfrenta el amor verdadero al interés económico. El teatro de Benavente destaca por el cuidado del lenguaje y la estructura, pero es conservador en forma y en ideas, y sentimental en exceso.

    ■ El teatro poético. Escrito en verso, mezcla el drama histórico-romántico con un lenguaje modernista superficial y sensorial. Recupera leyendas y personajes del pasado histórico nacional. Destacan Eduardo Marquina y Francisco Villaespesa.

    Dentro del teatro en verso cabe situar las obras escritas en colaboración por los hermanos Manuel y Antonio Machado: Juan de Mañara, sobre un "donjuán" sevillano arrepentido, y La Lola se va a los puertos, sobre una bella cantaora.

    ■ El teatro cómico. Aborda temas superficiales con una trama fácil que se resuelve favorablemente. Presenta personajes populares y castizos.

Los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero basan sus obras en un costumbrismo andaluz gracioso y superficial: El genio alegre, El patio...

Pedro Muñoz de Seca destaca por La venganza de don Mendo, parodia del drama romántico.

    Carlos Arniches comienza escribiendo sainetes y zarzuelas de tema madrileño, llena de chulapos y chulapas, como Flor del barrio. Pero sobresale por la tragedia grotesca, en que mezcla lo trágico y lo cómico: La señorita de Trevélez, Los caciques...


 

El teatro renovador.

    Dentro de la generación del 98, hay que destacar varios intentos renovadores:     ■ Miguel de Unamuno. Escribe un teatro filosófico, con escasa acción y gran densidad de ideas, influido por la tragedia griega: Fedra, El otro...

    ■ Azorín. Su teatro, antirrealista y simbólico, trata sobre la búsqueda de la felicidad, el tiempo y la muerte. Destaca la trilogía Lo invisible.

    ■ Jacinto Grau. Su teatro, culto y profundo, se interesa por grandes mitos o temas literarios. Sobresale El señor de Pigmalión.

    ■ Ramón María del Valle-Inclán. Sus obras pueden clasificarse en cuatro grupos:

    1. El teatro poético modernista. Desde una perspectiva decadente, y con un lenguaje sensorial y plástico, dramatiza el tema del adulterio en El yermo de las almas.

    2. El ciclo mítico. En las Comedias bárbaras y Divinas palabras la acción se localiza en una Galicia mítica, intemporal, cuyos habitantes se rigen por fuerzas primarias: la lujuria, la crueldad, el despotismo, la superstición...

    3. Las farsas. En estas obras se acentúa la visión crítica. En La Reina castiza, sátira demoledora del reinado de Isabel II, lo grotesco desplaza a lo sentimental.

    4. El esperpento. Con Luces de bohemia, drama que describe la última noche en la vida de un poeta bohemio, ciego y fracasado llamado Max Estrella, que deambula por un "Madrid absurdo, brillante y hambriento", inicia el esperpento. Este consiste en una estética deformadora, que resalta lo grotesco de la vida española. La caricatura, la ironía y la sátira, la descripción de los personajes como seres deshumanizados (animales, fantoches, marionetas...) son algunos de sus valores. A este ciclo también pertenece la trilogía Martes de Carnaval.

    A la generación posterior pertenece Ramón Gómez de la Serna, que cultivó un teatro vanguardista.

    Los escritores de la generación del 27 tienen un concepto social del teatro. Menos Lorca, escriben lo mejor de su obra en el exilio.

    ■ Max Aub. Su tema central es la incapacidad del hombre para comprenderse, para comprender la realidad y para comunicarse. Destaca Morir por cerrar los ojos.

    ■ Alejandro Casona. Su teatro combina humor y lirismo, realidad y fantasía. Destaca La dama del alba.

    ■ Rafael Alberti. Cultivó el vanguardismo (El hombre deshabitado), el teatro político (Noche de guerra en el museo del Prado) y el teatro poético (La gallarda).

    ■ Federico García Lorca. Es el creador de un verdadero teatro poético, que tiene como tema central el destino trágico, la imposibilidad de realizarse, la frustración. La plenitud de su arte dramático la alcanza con cuatro obras sobre mujeres que encarnan la tragedia de la pasión frustrada: en Bodas de sangre, dramatiza el poder de la pasión a través de la historia de una novia que se escapa con su amante el mismo día de su boda, lo que desata la violencia del novio abandonado; en Yerma, la protagonista es una mujer condenada a la infecundidad; en Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores, se profundiza en el drama de una solterona; las protagonistas de La casa de Bernarda Alba son cinco hermanas a las que su madre, Bernarda Alba, impone, tras la muerte de su marido, una larga y rigurosa reclusión, frustrando sus deseos de libertad y de satisfacción sexual.

Entre esta generación y la del 36, se sitúa la obra de Miguel Hernández. Escribe un teatro político, muy comprometido: El labrador de más aire, Teatro de Guerra.


 


 

24 : EL TEATRO DE RAMÓN Mª DEL VALLE-INCLÁN


 

El teatro poético modernista.

Las primeras obras de Valle se engloban dentro del teatro poético modernista. Destacan El yermo de las almas, que dramatiza el tema del adulterio, y El marqués de Bradomín, adaptación parcial de su novela Sonata de otoño.


 

El ciclo mítico.

En las Comedias bárbaras y Divinas palabras la acción se localiza en una Galicia mítica, intemporal, cuyos habitantes se rigen por fuerzas primarias: la lujuria, la crueldad, el despotismo, la superstición...

El protagonista de las tres Comedias bárbaras es don Juan Manuel Montenegro, aristócrata despótico, cruel y violento, representante de la nobleza rural, en decadencia.

En Divinas palabras presenta un mundo totalmente deshumanizado. Tras la muerte de la madre de Laureaniño, un enano hidrocéfalo, sus tíos, Marica del Reino y el sacristán Pedro Gailo se disputan su custodia, que finalmente se reparten. Mari-Gaila, la esposa de Pedro, se recorre los pueblos de la comarca para ganar dinero mostrando al niño por las ferias. En una ocasión, Mari-Gaila descuida al niño para reunirse con su amante Séptimo Miau (mientras su marido intenta fornicar con su propia hija), y un grupo de gente emborracha al enano hasta ocasionarle la muerte. Mari-Gaila es descubierta fornicando con su amante en el campo. El pueblo, enfurecido, la conduce, desnuda en una carreta, hasta la iglesia, donde pretende apedrearla. Las palabras del evangelio "¡Quien esté libre de culpa que tire la primera piedra!", pronunciadas en latín por el sacristán, causa una honda impresión en el pueblo, deteniéndose la agresión.


 

Las farsas.

En estas obras se acentúa la visión crítica. Muchos de sus rasgos son ya claramente esperpénticos: el humor grotesco, la sátira, la destrucción de mitos...

La cabeza del dragón es una ácida crítica del mundo militar, la monarquía y los cortesanos. La Reina castiza es una sátira demoledora del reinado de Isabel II.


 

El esperpento.

Con Luces de bohemia inicia Valle-Inclán el esperpento. En este drama se describe la última noche en la vida de un poeta bohemio, ciego y fracasado llamado Max Estrella, que deambula por un "Madrid absurdo, brillante y hambriento", acompañado de don Latino, un hombre aprovechado y egoísta.

En la escena XII Valle-Inclán pone en boca de Max Estrella lo que él entiende por esperpento. Según Max Estrella, la tragedia es un género demasiado noble para representar la triste situación española. "España es una deformación grotesca de la civilización europea", por lo que "el sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada".

Los principales rasgos de esta estética deformada son: la caricatura, la ironía y la sátira, la descripción de los personajes como seres deshumanizados (animales, fantoches, marionetas...), la mezcla de realidad y pesadilla, el uso de máscaras, espejos, luces y sombras y el desgarro lingüístico.

Valle comparte con los escritores de la generación del 98 la visión crítica de la vida española. En Luces de bohemia se protesta por la corrupción política, el capitalismo y el conformismo burgués, el hambre y la ignorancia del pueblo, la represión policial, la religiosidad tradicional y vacía, la mala literatura...

Su lenguaje asombra por la variedad de registros, con los que caracteriza y parodia a los personajes: el lenguaje pedante o cursi, las frases literarias y el lenguaje formulario de la administración, el lenguaje coloquial, los vulgarismos, los insultos, los juegos de palabra, los giros del habla madrileña castiza... Sus acotaciones no son meramente funcionales, sino que destacan por sus valores literarios.

Los esperpentos incluidos en Martes de carnaval tienen en común la crítica al ejército español. Son tres:

Los cuernos de don Friolera parodia el concepto tradicional del honor.

Las galas del difunto esperpentiza el mito literario de don Juan,

La hija del capitán es una crítica al militarismo y al régimen dictatorial. El patriotismo es visto como patriotería, como fabricación de ídolos de barro.


 


 

25 : EL TEATRO DE FEDERICO GARCÍA LORCA:

LA CASA DE BERNARDA ALBA 


 

Características fundamentales    

    ■ Concepción del teatro como elaboración poética de la vida humana: "El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana".

    ■ Un tema básico: el enfrentamiento entre el deseo y la realidad opresiva. El destino final de sus personajes, fruto de ese enfrentamiento, será muchas veces la muerte trágica, lo cual revela la influencia de la tragedia griega.

    ■ Enfoque didáctico y social del teatro. Considera que el teatro es "una escuela de llanto y de risa". Poco a poco se acercará a un teatro popular y comprometido.


 

Primeras obras.

    En sus comienzos Lorca experimentó con muy diversos géneros y registros: el teatro simbolista y modernista, el drama y la farsa, lo popular y lo grotesco... Destacan:

    ■ Mariana Pineda. Drama histórico, escrito en verso, sobre la heroína granadina que fue ajusticiada durante el reinado de Fernando VII por bordar una bandera liberal.

    ■ La zapatera prodigiosa. Esta farsa tiene como protagonista a una joven hermosa casada con un viejo zapatero al que no ama. Representa la ilusión insatisfecha.


 

La experiencia vanguardista.

    Tras una fuerte crisis vital, Lorca inicia la búsqueda de un nuevo lenguaje. En esta etapa escribe dos obras que llamará misterios o comedias imposibles: El público y Así que pasen cinco años. Son dramas muy influidos por la estética surrealista. Se caracterizan por el uso de complejos símbolos; la ruptura de la lógica espacio-temporal; la crítica a la sociedad deshumanizada; y el lenguaje hermético y desgarrado.

    

La plenitud.

Lorca abandona la expresión vanguardista, e inicia un camino propio caracterizado por su ansia de comunicación más amplia y la orientación social.

■ En Bodas de sangre, dramatiza el poder de la pasión a través de la historia de una novia que se escapa con su amante el mismo día de su boda, lo que desata la violencia del novio abandonado. Todo ello en el marco de odios familiares y venganzas.

Yerma es el drama de la mujer condenada a la infecundidad. De un lado el ansia insatisfecha, con todo su alcance simbólico; de otro, la fidelidad al marido. De este choque surge la tragedia. Cuando al final de la obra, Juan, su marido, le revela que no quiere hijos, Yerma lo mata, condenándose para siempre a vivir sin hijos.

■ En Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores, se profundiza en el drama de una solterona.

La casa de Bernarda Alba es su mejor obra. En un pueblo andaluz, la despótica Bernarda Alba, a la muerte de su marido, impone a sus cinco hijas el más riguroso luto, un verdadero encierro, en nombre de la más estricta moral tradicional y de las convenciones de casta. En un ambiente sofocante, irá creciendo la tensión entre madre e hijas, y entre estas mismas. Sólo la mayor, Angustias, está prometida; pero su novio, Pepe el Romano, mantiene relaciones ocultas con la hija más joven, la hermosa, apasionada y rebelde Adela. Descubierto el hecho, Bernarda dispara contra Pepe, y al creer que su amante ha muerto, Adela se suicida.

La obra destaca por la perfecta progresión dramática en el desarrollo de la acción. Es, además, un ejemplo máximo de realismo poético: la intensa impresión de verdad se consigue a pesar de la intensidad de las pasiones, y de la figura desmesurada de Bernarda, símbolo de un poder irracional y terrible.


 


 

26 : EL TEATRO ESPAÑOL A PARTIR DE 1939


 

El teatro en la inmediata posguerra.

    Al terminar la guerra, la muerte o el exilio se han llevado a autores como Valle-Inclán, Lorca, Aub, Alberti, Casona... Faltan grandes maestros. Aparte la censura impuesta por la Dictadura, domina un público burgués con un afán de diversión trivial.

■ Triunfa la comedia burguesa, evolución de la alta comedia de Benavente. Su finalidad es entretener. Siempre respetuosa con el público burgués y la censura, en ella sobresale el tema del adulterio, pretexto para exaltar los valores de la familia y el hogar. Destacan José Mª Pemán y Joaquín Calvo Sotelo, entre otros.

    ■ El teatro cómico ofrece abundantes obras sin valor, pero también dos escritores importantes: Jardiel Poncela y Mihura.

    Enrique Jardiel Poncela pretende barrer la escena del "mal teatro", el teatro convencional. Entre sus comedias, basadas en situaciones inverosímiles y grotescas, con ingredientes de locura y misterio, destacan Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada y Cuatro corazones con freno y marcha atrás.

    Miguel Mihura es autor de Tres sombreros de copa. En ella, Dionisio, representante de lo formal, serio y respetable, y a punto de contraer matrimonio, se enfrenta al mundo bohemio y mágico de unos cómicos. Se enamora de Paula, una de ellos, pero finalmente renuncia a este amor para reintegrarse en el orden establecido. El humor se basa en lo grotesco de los personajes y las situaciones, y sobre todo, en el uso de un lenguaje disparatado y poético. De su producción posterior destaca Maribel y la extraña familia, sobre una prostituta redimida por el amor.

    ■ El drama realista, hondamente preocupado por los problemas humanos, lo inician Antonio Buero Vallejo, con Historia de una escalera (1949), sobre unos seres humildes incapaces de realizar sus ideales de mejora material, y Alfonso Sastre, con Escuadra hacia la muerte (1953), sobre unos soldados enviados a una misión suicida en una supuesta Tercera Guerra Mundial. Es este un teatro de tipo existencialista, encarado con la realidad y que pronto adquirirá un acento social.

    

El teatro social.

    Durante los años 50 y parte de los sesenta, el teatro comercial está representado por Alfonso Paso, Ana Diosdado y otros.

    Frente a éste, aparece el teatro social, cuyo principal teórico es Alfonso Sastre: "La principal misión del arte en el mundo injusto en que vivimos consiste en transformarlo". Alfonso Sastre contribuye a este teatro de testimonio y denuncia con La mordaza, Muerte en el barrio... Buero Vallejo escribe varios dramas históricos (Un soñador para el pueblo, Las Meninas) y, ya en 1970, El tragaluz, sobre las consecuencias de nuestra guerra civil en una familia.

    Nuevos autores abordan problemas muy concretos: el trabajo deshumanizado (El tintero, de Carlos Muñiz), las miserias de unos opositores (Los inocentes de la Moncloa, de Rodríguez Méndez), la vida mezquina en una pensión (La madriguera, de Rodríguez Buded), la emigración obrera (La camisa, de Lauro Olmo), la intolerancia (Las salvajes en Puente San Gil, de José Martín Recuerda). En cuanto a la técnica domina el crudo realismo.

    Un caso distinto es el de Fernando Arrabal, que se inicia en una estética próxima al teatro del absurdo: en El cementerio de automóviles, la chatarra simboliza a la sociedad deshecha obligada a vivir en un mundo violento. Su teatro, incomprendido en España, se ha desarrollado principalmente en Francia, adonde se autoexilió.


 

La búsqueda de nuevas formas.

    A lo largo de la década de los 60, Antonio Gala sustituye a Alfonso Paso en el gusto del público. Es el suyo un teatro abierto a un amplio público, que mezcla lirismo y cierta crítica social. Destaquemos Petra Regalada y Anillos para una dama.

    Ya bien entrados los 60, algunos autores buscan una renovación de la expresión dramática, inspirándose en corrientes experimentales del teatro extranjero (Brecht, Arthaud, etc.). Surge así una nueva vanguardia escénica. Sigue siendo un teatro de protesta ante la dictadura. La novedad está en la forma: el enfoque realista es sustituido por símbolos o parábolas. El lenguaje acoge nuevos tonos: lo grotesco, o lo poético, o lo ceremonial... Y se desarrollan los recursos no verbales: sonoros, visuales, corporales, inspirándose incluso en la revista, la pantomima, el circo, etc.

    El teatro de Francisco Nieva destaca por su carácter trasgresor (exalta la liberación sexual y critica a los poderes político y religioso por su carácter represivo), su plasticidad y su lenguaje, entre popular y surrealista. Destaquemos Pelo de tormenta y Malditas sean Coronada y sus hijas.

    Fernando Arrabal desarrolla su teatro pánico, próximo al surrealismo, en obras como El Arquitecto y el Emperador de Asiria.

    Otros autores renovadores son José Ruibal, Martínez Mediero, Luis Riaza, y Romero Esteo. Destaca también la labor de los grupos de teatro independiente (Els Joglars, La fura dels baus, La Cuadra, Los Goliardos...). Estos grupos, con obras de autor o con creaciones colectivas, han llevado a cabo una síntesis de lo experimental y lo popular, lo crítico y lo lúdico.


 

El teatro desde 1975.

Con la democracia aparecen nuevos autores que abordan temas contemporáneos, con una estética realista y una moderada renovación formal. Se interesan por la comedia, aunque, a veces, con ribetes trágicos. Destacan:

José Luis Alonso de Santos. En Bajarse al moro y La estanquera de Vallecas, muestra la grandeza que puede esconderse en personajes que la sociedad desprecia como marginales. Recoge el habla popular de hoy (voces de la jerga juvenil o de la delincuencia) y mezcla tragedia y comedia.

Fermín Cabal. Aborda el tema de la corrupción política en Castillos en el aire.

José Sanchis Sinisterra. En ¡Ay, Carmela!, drama sobre el teatro en la Guerra Civil, pretende reivindicar la memoria histórica.


 


 

27 : EL ENSAYO COMO GÉNERO


 

El ensayo es un escrito en prosa, generalmente breve, de carácter didáctico e interpretativo, en el que el ensayista aborda, desde un punto de vista personal y subjetivo, temas diversos, con gran flexibilidad de métodos y gran voluntad de estilo.

Es un género híbrido, en tanto que toma de las ciencias, los temas, y de la literatura, el estilo.

    Michel de Montaigne, con sus Essais (1580), fija las características del ensayo como género literario. En España, no se consolidará hasta el siglo XVIII, gracias a la obra de ilustrados como Feijoo, Jovellanos o Cadalso.


 

Caracterización


 

  1. Subjetividad. Presenta el punto de vista del autor acerca de un tema, por lo cual se aprecia un enfoque subjetivo, a veces confesional.
  2. Variedad temática. Hay ensayos filosóficos, científicos, religiosos, literarios, sociológicos, artísticos…
  3. Brevedad. No pretende ser exhaustivo, sino abrir nuevos caminos de reflexión.
  4. Intención dialogal. Busca la comunicación con los lectores. Es un género didáctico divulgativo.
  5. Carácter sugeridor e interpretativo. No aporta datos, sino intuiciones. El ensayista no es un especialista (al menos, no tiene por qué serlo). Su interpretación será novedosa, abierta a la polémica.
  6. Estructura abierta. No sigue un orden lógico o sistemático. El ensayista avanza a base de intuiciones, asociaciones, digresiones…
  7. Voluntad de estilo. El ensayista utiliza un estilo personal y cuidado. El tono puede ser irónico, satírico, lírico, reflexivo… Esta misma variación se da también en el registro: culto, literario, coloquial…


 

Medios de difusión del ensayo. El ensayo en la prensa escrita.


 

    El ensayo puede difundirse por medios orales o escritos. Las manifestaciones orales del ensayo se adscriben habitualmente a la conferencia; las escritas abarcan una gama que va desde el libro entero a la columna periodística.

    La popularización de la prensa escrita ha propiciado el nacimiento y la difusión de una nueva variante del ensayo, la colaboración periodística, que hoy en día es una de las más vivas de este género. Las colaboraciones habituales o esporádicas de personalidades de cierto renombre dentro de la vida pública (pensadores, intelectuales, políticos, escritores, periodistas, etc.), que en el argot periodístico se denominan firmas, constituyen un elemento decisivo en el prestigio y el éxito que pueda alcanzar un medio informativo.

    Las características especiales de esta modalidad del ensayo son:

  • Amplio público, gracias a la gran difusión de la prensa escrita.
  • Existencia efímera. Su vida está unida a la de los periódicos, de carácter diario.
  • Brevedad. Se adapta a las limitaciones de espacio del periódico y a las de tiempo de sus lectores.
  • Temas actuales.


 


 

28 : EL ENSAYO ESPAÑOL EN EL SIGLO XX


 

El ensayo de la generación del 98

    Es uno de los géneros preferidos de esta generación. Temáticamente, se centra en el problema de España, a través de su paisaje, su historia, su literatura y sus gentes, y en la búsqueda del sentido de la vida.


 

    En los ensayos de Miguel de Unamuno cobra capital importancia lo autobiográfico. En tal sentido, podemos decir que son manifestaciones de su intimidad.

Su interés por España le llevó a recorrerla físicamente y a rastrear su historia y literatura. En torno al casticismo plantea cuestiones centrales del 98: la valoración de Castilla, la articulación de españolismo y europeización, la idea de "intrahistoria"… Vida de don Quijote y Sancho es una apasionada interpretación del magno libro como expresión de la esencia española y permanente modelo de idealismo.

Sus meditaciones sobre el sentido de la vida humana dan a Unamuno un puesto eminente en la filosofía española. Del sentimiento trágico de la vida expresa la lucha entre la razón, que nos hace conscientes de nuestra desaparición, y la fe, que apoya el anhelo de inmortalidad. La agonía del cristianismo representa la lucha del cristianismo por dar una finalidad trascendente al hombre.


 

Azorín destaca por sus ensayos de crítica literaria (Lecturas españolas, Al margen de los clásicos); pero, sobre todo, por sus estampas y evocaciones españolas. En libros como Castilla o La ruta de don Qujote, revive el pasado de España, sus ciudades, sus figuras históricas y literarias o gentes sencillas. Con fino lirismo, Azorín capta el "alma" del paisaje castellano, proyectando sobre él su sensibilidad nostálgica.


 

Antonio Machado nos presenta en Juan de Mairena a un profesor, su alter ego, que conversa con sus alumnos a la manera socrática sobre distintos temas.


 

El ensayo en el Novecentismo

    Los novecentistas comparten con los hombres del 98 su preocupación por España, pero muestran mayor vocación europeísta y una más sólida formación universitaria. En sus postulados estéticos se acercan a las vanguardias.


 

    José Ortega y Gasset es la figura más destacada de la filosofía española contemporánea. Su pensamiento se articula en torno a dos ideas fundamentales: la síntesis entre racionalismo y vitalismo, y la consideración del hombre como ser social (yo soy yo y mi circunstancia). El espectador recoge, en ocho volúmenes, ensayos de los más variados temas desde su condición de espectador agudo de la vida y la cultura.

    En España invertebrada, Ortega denuncia los males que hay que combatir para modernizar el país: errores y abusos políticos, fanatismo religioso, incultura… La rebelión de las masas plantea la necesidad de que sean minorías selectas de intelectuales las que impulsen el perfeccionamiento de la sociedad.

    En La deshumanización del arte, defiende un arte de minorías, que relegue las emociones humanas, un arte intelectual e intrascendente, puro juego.

    La prosa de Ortega destaca por su elaboración metafórica y su riqueza léxica.


 

    Eugenio d'Ors cultivó la glosa, ensayo breve que toma como base un hecho cualquiera de la realidad. Destacan sus meditaciones sobre el arte y la cultura en obras como Tres horas en el Museo del Prado o Lo barroco.

El ensayo de la generación del 27

    La mayor parte de los poetas de esta generación cultivan el ensayo de tema literario. Lenguaje y poesía, de Jorge Guillén, o Poetas españoles contemporáneos, de Dámaso Alonso, son buena muestra de ello.

    Contemporánea de estos poetas es la pensadora María Zambrano, que desarrolló su obra en el exilio. Sus textos abordan reflexiones sobre la historia de España, la experiencia de la Guerra Civil, la literatura, y sobre todo, suponen la elaboración de una filosofía propia, que concibe el pensar, el conocimiento como una condición de la vida humana. Citemos Los intelectuales en el drama de España y Pensamiento y poesía en la vida española. Su prosa destaca por su belleza: Zambrano intentó una fusión de filosofía y lírica.


 

El ensayo después de 1939

    Después del dramático paréntesis de la Guerra Civil y de una dura posguerra, a partir de los años cincuenta, el ensayo vuelve a resurgir con todo su esplendor.

    En esta segunda mitad del siglo se escriben muchos ensayos que abarcan todos los campos del saber y de la cultura. Podemos destacar a Julio Caro Baroja, Enrique Tierno Galván o Armando de Miguel en el campo de la Sociología y la Historia; a Pedro Laín Entralgo, Julián Marías, Fernando Savater o Eugenio Trías como cultivadores del ensayo filosófico.

    Entre los cultivadores del ensayo literario, destacan Fernando Lázaro Carreter, Rafael Lapesa, Martín de Riquer, Carlos Bousoño…

    Finalmente, hay que mencionar el importante papel que en nuestros días cumple el ensayismo en prensa. Políticos, novelistas, historiadores, sociólogos, economistas, etc. publican sus colaboraciones en los principales periódicos del país. Entre los escritores, podemos nombrar a Antonio Gala, Francisco Umbral, Rosa Montero, Juan José Millás, Maruja Torres, Antonio Muñoz Molina, Soledad Puértolas…


 


 

29 : LOS PRINCIPALES SUBGÉNEROS PERIODÍSTICOS


 

Géneros periodísticos de información.

    La noticia es la información escueta de un hecho o acontecimiento de la actualidad que interesa a gran número de personas.

    Las noticias deben ser objetivas. No aportan comentario ni opinión: sólo se cuenta o narra lo que ha sucedido. El nombre del periodista no suele aparecer; a veces se cita el nombre de la agencia. Esta objetividad es difícil de conseguir. Muchas veces se nos intenta manipular desde los medios; para ello se cuenta con muchos procedimientos, tales como la elección de titulares, el ordenamiento y selección de los hechos, el léxico y la sintaxis...

La redacción de una noticia ha de dar respuesta a seis preguntas:

    - ¿Quién es el protagonista del hecho? Sujeto.

    - ¿Qué ha sucedido o sucederá? Objeto.

    - ¿Cuándo ocurrió el acontecimiento? Circunstancias de tiempo.

    - ¿Dónde sucedió el hecho? Circunstancias de lugar.

    - ¿Por qué ocurrieron los hechos? Circunstancias de causa.

    - ¿Cómo aconteció? Circunstancias de modo.

    En la actualidad, la estructura de una noticia responde en orden de importancia a la forma de una pirámide invertida (con el vértice hacia abajo). Después de los titulares, las respuestas a las preguntas fundamentales se acumulan en el primer párrafo, llamado entrada (lead en inglés), que puede ir seguido de un resumen de lo más importante de la noticia inmediatamente después, para continuar con el cuerpo en orden descendente de importancia con los restantes elementos informativos.

    El lenguaje de la noticia se caracteriza por "las tres ces": claro, conciso y correcto. Ha de ser breve, mantener el orden sintáctico lógico, usar un léxico puramente objetivo y denotativo...


 

    El reportaje es un artículo o serie de artículos de información cuyos elementos son recogidos en el lugar mismo del acontecimiento, durante el desarrollo de éste o a través de los testigos presenciales. Es de mayor extensión que la noticia y va avalado con la firma del autor. El reportaje engloba no sólo el presente de la noticia, sino los hechos que la precedieron, los acontecimientos con los que se puede relacionar, y las consecuencias que se pueden derivar de los hechos estudiados. Suele ir acompañado de fotografías o dibujos.

    

    La entrevista puede formar parte de un reportaje: el reportero requiere de los testigos de los acontecimientos la versión de los mismos. También puede aparecer sola y, en tal caso, se considera como un subgénero periodístico.

    Con la entrevista se consigue, bien obtener una información sobre temas diversos por parte de especialistas (entrevista informativa), bien presentar a los lectores la personalidad del entrevistado (entrevista de personalidad).


 

Géneros de opinión

    El editorial es un escrito sin firma, que aparece en lugar fijo y destacado del periódico, donde se expone la posición de éste ante un asunto importante (político, económico, social, etc.). De su contenido se responsabiliza el director o el consejo de redacción.


 

    El artículo de opinión, escrito por un periodista o un colaborador, expone con cierta extensión el pensamiento del autor sobre un tema cualquiera que pueda interesar por su actualidad o por razones históricas, artísticas, científicas, filosóficas, etc. Es el género que permite mayor subjetividad.

    Cuando el artículo es breve y lo realiza de manera periódica la misma persona, se denomina columna.

    El artículo de fondo sería un artículo caracterizado por su amplia extensión y por ser la reflexión de una persona relevante o intelectual acerca de un tema.

Cuando el artículo está escrito por un lector habitual del periódico se denomina carta del lector o carta al director.


 

Géneros híbridos

Una crónica es un artículo narrativo de extensión variable que valora, interpreta, informa y trata de temas de actualidad, narrados según el orden de los acontecimientos.

    Los temas tratados son numerosos y de gran variedad informativa. Reflejan hechos de importancia para la vida sin despreciar acontecimientos frívolos, sucesos, aspectos de la vida política, sea nacional, local o municipal.

    Las crónicas se clasifican según el tema tratado. Así, pueden ser:

    - Roja: relato de accidentes y sucesos sangrientos.

    - Negra: alusiva a los crímenes y delitos especialmente morbosos y sangrientos.

    - Parlamentaria: la que se refiere y explica los debates celebrados en el Parlamento y cuestiones de alta política nacional.

    - Teatral: resume la actividad teatral (estreno, reestreno) en la ciudad donde aparece el periódico.

    - Local: comenta la vida cotidiana de la ciudad donde se edita el periódico.

    - Taurina: relato en el que se narra el desarrollo de una corrida de toros con juicios valorativos sobre la actuación de todos los que intervienen en la fiesta.

    - De guerra: la enviada por un corresponsal relacionada con el conflicto que cubre. Generalmente, está sometida a la censura militar del bando sobre el cual informa.


 

    La crítica se ejerce por periodistas o colaboradores que juzgan los libros, películas, obras teatrales, conciertos y espectáculos taurinos o deportivos.


 


 


 

30 : EL LENGUAJE PERIODÍSTICO


 

Características generales

El lenguaje en los distintos géneros periodísticos no es uniforme.

Los géneros de opinión (en especial, el artículo y la columna) permiten una mayor subjetividad y, por tanto, un lenguaje más personal, ameno, literario.

Sin embargo, los géneros destinados sobre todo a informar, como la noticia, deben seguir la regla de "las tres ces":

  • claridad: el mensaje ha de ser entendido por lectores de muy diverso nivel cultural;
  • concisión: la brevedad permite al lector un acceso rápido a la información;
  • y corrección: los periódicos deben contribuir a la difusión del español culto.

A veces, sin embargo, el lenguaje periodístico difunde vicios e incorrecciones: ayuda a la extensión de extranjerismos innecesarios, léxicos (ente por organismo) y sintácticos ("El presidente convocaría –por tal vez convoque– pronto elecciones"); y contribuyen al olvido de ciertos vocablos, al emplear siempre los mismos (así, los periódicos prefieren finalizar a acabar, terminar, dar fin, etc.)

Se consideran tentaciones que el periódico debe evitar:

  • la de literarizar su estilo, con adjetivos, metáforas, etc.;
  • la contraria de vulgarizarlo, suponiendo que así atraen mayores simpatías;
  • las de tecnificarlo, empleando términos incomprensibles por la mayoría del público.


 

Características fonéticas

  • Predominio de la entonación descendente, propia de las oraciones enunciativas. En los artículos de opinión, la entonación es más variada.
  • En radio y televisión, se emplea la pronunciación estándar del idioma sin acentuar las peculiaridades regionales.
  • También, en estos medios, es habitual el uso de una pronunciación enfática, con desplazamientos acentuales, que faciliten la comprensión oral del mensaje.


 

Características morfosintácticas

  • Propensión al alargamiento de las oraciones, mediante locuciones (dar término por terminar) e incisos (Monica Lewinsky, de 24 años, la antigua becaria de la Casa Blanca, está dispuesta a declarar).
  • Abundancia de oraciones pasivas, por influencia del inglés: Camilo José Cela ha recibido el premio Nobel. También de la construcción estar + siendo + participio: En estos días de vacaciones que están siendo disfrutados por la mayoría de los españoles…
  • Tendencia a colocar el sujeto al final de la oración: Entre los responsables se encuentran los principales sindicatos.
  • Mezclas de estilos directo e indirecto: Afirmó que «no voy a hacer declaraciones».
  • Uso incorrecto de a + infinitivo, por influencia del francés: tareas a cumplir por tareas que cumplir.
  • Supresión de preposiciones por influencia del inglés: Administración Bush.
  • Uso del condicional de posibilidad por influencia del francés: Los sindicatos habrían manifestado su disposición.


 

Características léxico-semánticas

  • Abundancia de neologismos, a partir de diversos procedimientos:
    • Extranjerismos, en especial anglicismos: affaire, holding, ranking
    • Calcos semánticos: encuentro, del inglés meet, en lugar de reunión.
    • Derivación: anti- (antibelicista, antidoping, antinuclear, antídoto…), -ero (binguero, fotero, porrero, motero…). También de la construcción no + sustantivo o adjetivo: la no violencia, el no compromiso
    • Composición: almuerzo-coloquio, hora punta, piso piloto
    • Apócopes: narco, porno, corto
    • Siglas, acrónimos: AVE, UE, ONU, sida
    • Derivados de acrónimos: peperos, peneuvistas
    • Eufemismos: hostilidades en vez de guerras, incursiones aéreas por bombardeos, limpieza étnica por genocidio
  • Uso de figuras retóricas: metáforas (la guerra de los cargos públicos), metonimias (California prohíbe fumar en bares), personificaciones (el buen comportamiento de los precios), hipérboles (se crea un nuevo gigante de las telecomunicaciones).
  • Uso frecuente de tecnicismos: por ejemplo, en la sección de economía: deflación, superávit, flujos, paridad, fusión